Diferencias regionales del conquistador español
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La conquista de Chile atrajo preferentemente al castellano y al andaluz, que completan más del 80% de los españoles llegados a estas tierras entre 1530 y 1630. El grupo más numeroso es el andaluz con el 26%, procedente en su casi totalidad de Córdoba, Sevilla y Cádiz; sigue el castellano nuevo, principalmente de las provincias de Madrid y Toledo, con el 16%.
El extremeño representa el 13,8%; los leoneses el 13,2% y restantes castellanos viejos el 11%. Es curioso comprobar que estas diferenciaciones regionales concentran a su vez las características más señaladas del pueblo español en su proyección psicológica universal, esto es, la sobria austeridad, la valentía temeraria, el concepto de que la honra vale más que la vida, y también la rebeldía, el arrebato, la desmesura, en todo y por todo, y en suma la imprevisión y la ética de los andaluces, que viven siempre al día.
El predominio social y político de andaluces y extremeños fue fugaz. Pronto fueron desplazados por otros con menos imaginación y poesía en sus actos, pero más previsores y ordenados, y con los castellanos nuevos constituyeron la base fundamental española del pueblo chileno.
El castellano viejo, también descartado con el tiempo, mantuvo en sus virtudes ancestrales de sobriedad, altivez, arrojo y misticismo más previsión y sistema. De él parte lo que llamamos la clase acomodada de provincia. Vascos y navarros, catalanes y valencianos, gallegos y asturianos, aragoneses y canarios, completan un reducido 12% y no asentaron sus diferenciaciones regionales en el período de la Conquista.
Chile es, sin duda, uno de los países actualmente más españoles de América. En gran parte ello se debe a que el reducido número número de íberos, incrementado apenas por una corriente insignificante de doscientos o trescientos individuos por año, logró sin mucho esfuerzo españolizar una masa mestiza muchas veces superior en número.
Gran Historia de Chile