Gestión de una pandemia

La Tercera
Por  Oscar Guillermo Garretón   Óscar Guillermo Garretón

Creo que Mañalich, en lo central de su responsabilidad, lo hizo bien. En una tarea sin precedentes, anticipó la amenaza del virus que se venía, permitió a Chile contar con medios médicos y recursos hospitalarios entonces inexistentes, desarrolló una logística centralizada en la distribución de medios críticos y capacidad de traslado de enfermos, adicionó miles de camas tanto hospitalarias como de residencias para aislar contagiados, el número de testeos fue desde inicios de nivel internacional. Tuvo errores comunicacionales y en conteos de contagiados y muertos, pero lo evalúo como ministro de Salud, no como comunicador o contador.

El coronavirus no es un mero asunto de médicos y enfermeros. Es de gobernar una sociedad tan amenazada, como para preferir y demandar cuarentenas y cercos sanitarios, aunque la empobrecieran.

En artículo publicado por Foreign Affairs de EE.UU., Francis Fukuyama afirma que el éxito en el combate al coronavirus depende decisivamente de tres factores: la excelencia de los estados en la tarea, la cohesión o polarización de la sociedad, y la fortaleza o debilidad de los liderazgos políticos.

Contra todo pronóstico previo, la gestión del sistema público de salud es lo más destacado de estos meses de pandemia. Pero el combate del coronavirus tiene en millones, no solo a sus víctimas, sino también a quienes deben contribuir a él con su comportamiento. Eso falló y desgastó al ministro.

 

 

Ha sido una gran noticia el acuerdo del Plan de Emergencia logrado el sábado en la noche entre oposición y gobierno, facilitado por un grupo serio y transversal de economistas, sin los cuales caben dudas que gobierno y oposición se hubieran entendido. Pero, como algún senador dijo certeramente, ese era un acuerdo para ayer. Es difícil pedir cuarentena prolongada a personas que han perdido sus fuentes de ingreso y están impelidos a sobrevivir. Esos $100.000 per cápita mensual ahora acordados para los más pobres, por el tiempo que dure la crisis, era condición de una cuarentena respetada. El acuerdo es una gran noticia, pero esa visión para anticipar las exigencias sanitarias que el Covid descargaba sobre el sistema, no se tuvo para entender que su éxito dependía de las garantías de sobrevivencia que la sociedad diera a los más vulnerables.

Queda sin embargo otro pendiente. La polarización social fue azuzada desde la política y alimentada por críticas sin límite. Sembró desacatos, sospechas y desconfianzas, en una sociedad que no es solo víctima de la pandemia, sino también sujeto de su tratamiento. Abrigo esperanzas que ahora la noticia del acuerdo entre gobierno y oposición responsable, así como las ayudas que establece, permitan una lucha más exitosa a la pandemia. A quienes rehúsan el acuerdo les advierto, la siembra de un clima de polarización es un obstáculo para derrotarla, medido en contagios, muertes y pobreza.

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