La vida social en el siglo XVIII
Vestimentas características
No había familia acomodada que no tuviera su calesa, con tableros pintados de muy diversos colores, conducida por un negro, el calesero, de ostentosa librea. Las visitas de las señoras e hijas era todo un acontecimiento. Al llegar a la casa visitada, se extendía del vehículo una escalerilla de cuatro o cinco tramos, al par que un niño o una criada gritaba: «¡Paró calesa!, eco que al repercutir de pieza en pieza, desde el zaguán hasta la cocina, ponía toda la mansión en movimiento.
Museo Histórico Nacional Calesa del siglo XVIII
A las visitas de cumplido se le obsequiaban dulces de huevo, duraznos, ciruela, etc. A las de confianza se les presentaba un azafate con dulce de papilla : membrillo, manzana, camote, entre otros. Rechazar el dulce era una arriesgada descortesía, y el gran tono lo daba el humedecer apenas los labios con el almíbar. Al regresar la sirvienta con los restos al patio interior, los chicos se precipitaban sobre ella, y podía darse por muy feliz si lograba salvar el tiesto abandonándoles el contenido.
Placer al Plato El refrigerio de la época era manzana y dulce de membrillo
Los hombres que no se trasladaban a caballo usaban calesines. Solo los gobernadores, obispos y marqueses disponían de carrozas arrastradas por cuatro robustas mulas.
Identidad y Futuro Carruajes del siglo XVIII