El peligro del ego

Expansión
Por Mario Medina

Ego, del latín, significa ‘yo’. En psicología y filosofía, ego se ha adoptado para designar la conciencia del individuo, entendida ésta como su capacidad para percibir la realidad. Por otro lado, en el vocabulario coloquial ego puede designar el exceso de valoración que alguien tiene de sí mismo.

Muchos autores coinciden que el gran enemigo del hombre, es el hombre mismo. Cuando los individuos fracasan en el intento de controlar el ego, son consumidos por el poder egoísta de la sobre valoración. Por lo general, las personas que viven infladas por el ego, se sienten imprescindibles y esenciales dentro de sus comunidades.

El poder del ego o de la sobrevaloración impulsa al individuo a establecer su filosofía de vida en el orgullo. A medida que el egocentrista se enaltece y se jacta de su aparente grandeza, subestima a todos aquellos que están a su alrededor. El pensamiento que prevalece en su mente es, “yo soy el mejor”.

El ego constantemente evoluciona a niveles inimaginables y es tan letal como una enfermedad. Se podría decir que es una enfermedad contagiosa. El egocentrista contagia a su esposa, a sus hijos y, así la enfermedad se inocula por generaciones enteras con terribles consecuencias.

Recuerdo a una familia que conocí hace treinta años. Ellos eran personas valiosas con inmensas capacidades. Sin embargo, estaban llenos de ego, de orgullo y de envidia. Desde papá hasta el niño más pequeño sufría de ego. En su mundo egoísta, ellos eran los mejores, ellos lo sabían todo. En consecuencia, con su actitud fueron creando barreras físicas y emocionales con los demás.

Nadie es perfecto. Todos tenemos niveles de orgullo. El punto central que nos obliga a reflexionar es ¿cuánto ego hay en mi interior? Esta retrospección profunda puede conducir a cada individuo a identificar sus respectivas falencias. Lo bueno es que hay medicinas y vacunas que pueden controlar y minimizar los efectos perniciosos del ego.

La medicina o la antítesis del ego – orgullo es la humildad. La humildad no es controladora como el ego. La humildad tiene conciencia, a diferencia del ego que busca anularla. La humildad es paciente y generosa con los demás. Mientras el ego reduce nuestras capacidades, la humildad expande el potencial humano.

El ego ha producido guerras, la humildad lleva a la reconciliación. Mi enseñanza de hoy: controla tu ego para que veas a tu prójimo como a ti mismo.

 

 

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