Bolsonaro y la reelección: dime en qué gastas y te diré qué quieres

Cortesía

Por  Fabián Calle   autor


Dos ítems se destacan dentro de un presupuesto que se viene manejando desde hace más de dos décadas con paramentos exigentes para preservar la muy baja inflación y cuentas publicas equilibradas. Nos referimos a los importantes refuerzos monetarios que recibirán las FFAA y los programas de asistencia a los sectores más pobres del país en general y de la zona del noreste del país en especial. De este segmento social es de donde en los últimos meses más imagen positiva ha sumado el presidente Bolsonaro: llegó a los mayores niveles en todo el tiempo que lleva en el poder, y aún superior a los que tuvo durante la campaña electoral. Entre las explicaciones a este fenómeno, y con fuerte impacto en zonas pauperizadas que usualmente eran favorables al PT por sus planes de asistencialismo y clientelismo político, figura la ayuda de emergencia con montos en torno a los 600 reales mensuales que vienen recibiendo en los últimos meses más de 60 millones de brasileños y otros tipos de súbditos y ayudas que llegan a otros tantos. En otras palabras, 120 millones de personas. Los encuestadores también detectan que en los sectores más carenciados la retórica sanitaria ortodoxa de los políticos y gobernadores opositores tuvo y tiene escasa repercusión. Ven con mejores ojos la posición de Bolsonaro de privilegiar el regreso al trabajo y a las escuelas. En otras palabras, el primer mandatario no es visto como el principal responsable de las penurias económicas que ha motivado el Covid-19.

El presupuesto diseñado por el Gobierno claramente apuesta a mantener en todo lo posible la asistencia social y una fuerte campaña de obras públicas en el noreste del país y otras zonas tradicionalmente adversas en términos electorales. Con respecto al aumento del presupuesto militar, sin duda pone en evidencia la fuerte relación que Bolsonaro ha establecido con las Fuerzas, lo cual se plasma en las permanentes referencias a las mismas y la importancia que tienen para el país así como mas 130 militares en puestos claves de primer y segundo nivel en todas las áreas del Gobierno. Si bien el número es infinitamente menor al de personal castrense en tareas políticas que hay en países como Venezuela, genera fuertes críticas e irritación en la progresía brasileña y regional. Por esas vueltas del destino y los infortunios políticos, en su más reciente discurso el ex presidente Lula da Silva lanzó duras críticas y ataques a los militares brasileños acusándolo de ser cómplices de Bolsonaro en cuanto tema uno se pueda imaginar, y desde ya también frente al Covid-19. Una gran paradoja, dado que Lula dedicó una inmensa cantidad de recursos presupuestarios y energía política en multimillonarios contratos con Francia para la compra de submarinos, con Suecia para aviones de combate, con Rusia para helicópteros, con Italia para vehículos blindados a rueda y respaldar la cooperación con los EEUU para la utilización de aviones brasileños de ataque a tierra Súper Tucano contra los talibanes en Afganistán y por otros aliados de Washington en América Latina, como es el caso de Colombia sobre las FARC y países africanos que enfrentan movimientos armados fundamentalistas o comunistas.

Si se analiza la magnitud del presupuesto militar vis a vis el PBI, Brasil figura en un distante lugar 77. Para tener una idea, Rusia se construye hoy en una de las tres grandes potencias militares del mundo junto a los EEUU y China, con un PBI similar o aún relativamente menor que el brasileño. En otras palabras, si Brasilia asignase el mismo porcentaje que Moscú pasaría de la posición 11 a estar entre los primeros 5 detrás de los EEUU, China, India y Arabia Saudita. Otro factor a considerar es la masiva presencia de armamento en Venezuela, país que combina un terrible descalabro social, migratorio y económico con masivas compras o recepciones de material bélico, así como la búsqueda de alianzas estratégicas con países enfrentados con los EEUU.

También, el poder político brasileño desde hace décadas recurre a los militares para tareas de lucha contra el narcotráfico y otras organizaciones criminales que operen en las grandes ciudades y zonas fronterizas.

También, lo que significa la magnitud del territorio del Brasil con sus 8.5 millones de kilómetros cuadrados y fronteras con diez países, el Atlántico Sur y el mismo Caribe. De las aguas atlánticas, el país se abastece del 95% del petróleo que produce, del 80% del gas y de la mitad del pescado para consumo.

Asimismo, los que siguen la política regional en general y argentina en particular en los pasillos del poder en Brasilia ven con cierta carga de ironía cómo algunos aspectos retóricos y estéticos del polémico Bolsonaro comienzan a ser imitados aún por el kirchnerismo y en especial en la provincia de Buenos Aires con vistas a las elecciones legislativas de 2021. Allí todo se encamina a que el relato de izquierda y garantista se acalle al menos por unos meses para dar sustento a la candidatura de Sergio Berni y el objetivo de evitar que el voto castigo contra la inseguridad, toma de tierras, etcétera, se vuelque de manera masiva contra el oficialismo. Estos mismos observadores brasileños esperan que las críticas contra Bolsonaro que resuenan en las declaraciones del oficialismo argentino tiendan a enmudecerse. Más aún cuando la receta de Bolsonaro es vista como la ideal para obtener un mejor resultado electoral. Dada la tradicional verborragia de los hijos de Bolsonaro, cabe esperar varios tuits irónicos sobre la contienda electoral del 2021 y sus protagonistas argentinos.

 

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