Las dimensiones de la comunicación  

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Ahora, después de varios años, pienso en la comunicación como “algo más” que una ciencia o campo de estudio. Y la razón se debe a que la comunicación por naturaleza es de “magnitudes inconmensurables”. En este sentido la comunicación no es una ciencia exacta. De manera constante la comunicación con sus aportes alimenta a la ciencia y la encumbra a niveles superiores.

La comunicación no es de carácter estático, por el contrario, es una fuerza que jamás se detiene.  La comunicación progresa indeteniblemente, y cada uno de nosotros palpa está verdad a diario, porque la vive. A los ojos de esta generación impresiona el hecho de que se innove tan seguido en esta materia. Sin embargo, surge la pregunta ¿Cuál es el motivo subyacente al que se debe el progreso de las Telecomunicaciones en todo el mundo?

¿Qué sería de la sociedad mundial sin todos los avances que ha tenido y que tendrá la comunicación? ¿Habría podido llegar a dónde está?  Otra razón que contribuye a que la comunicación sea de “magnitudes inconmensurables es el hecho de que no se puede delimitar, no tiene fronteras, no se puede encapsular ni restringir.

En un caso hipotético, imagine a un hombre que es tomado como prisionero, al cual atan de pies y manos para que no escape, adicional le vendan los ojos y le tapan su boca para impedirle el habla. En realidad, ¿podrán hacer qué no se comunique? En este improbable caso, lo que se hace con el prisionero es cortar la comunicación con el mundo exterior, pero esa medida no impide que el individuo se comunique consigo mismo; en eso radica el poder de la comunicación, que no existe una fuerza por más poderosa que sea que anule la capacidad de comunicar. Ante el poder ilimitado de la comunicación no cabe posibilidad alguna de etiquetarla como una ciencia exacta, a su vez supera con creces las expectativas de un campo de estudio.

Con el transcurrir de los años los teóricos de la comunicación han quedado cortos en lo que se refiere a modelos y definiciones, la razón se debe a una interpretación parcial y limitada de la comunicación, al circunscribirla a solo un receptor y un emisor.

Estos expertos no vislumbraron (salvo algunos) que la comunicación como necesidad – actividad es de “naturaleza inconmensurable” porque sus dimensiones no se pueden medir ni limitar a un área determinada. De modo que en ese espacio tan amplio que brinda la comunicación, hay suficiente lugar para la intervención de un indeterminado número de participantes.

 

La comunicación puede incluir “a todos” si se quiere

 

Si analizamos la vida cotidiana, encontraremos que la comunicación está presente en todo, en cada cosa que hacemos o dejamos de hacer, a cada minuto, a cada hora no dejamos de comunicar. Fournier (2002:28) enfatiza la importancia de la comunicación al decir “que conscientes o no, no podemos dejar de comunicarnos”.

Transmitimos mensajes a través de los movimientos del cuerpo: la mirada, los bostezos, el caminar pausado o rápido, como nos alimentamos, como nos vestimos, por medio de los colores de nuestra ropa, por la forma como nos sentamos al cruzar los brazos y las piernas. Cada uno de estos actos, transmite además de un mensaje un estado de ánimo determinado.

Un principio respaldado por la filosofía y la religión y opuesto a las ideas evolucionistas es aquel que señala la imposibilidad de separar al hombre de la comunicación, y a su vez, la comunicación del hombre. Fournier (2002:29) resalta que ambos «son indivisibles y que como elemento inherente a nosotros facilita la convivencia entre individuos”.

La comunicación y el hombre forman un «todo», en otras palabras, la comunicación es un poder innato en el hombre que vino con él al nacer. Por tal motivo, se hace pertinente que el estudiante de manera exhaustiva analice, observe y considere la comunicación no como “una parte del todo”, sino “como el todo”.

 

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