El camino hacia el éxito matrimonial tiene cuatro pasos: conocerse, cortejo, noviazgo y matrimonio

El Confidencial

Por Mario Medina 


Para transitar hacia la felicidad matrimonial es fundamental que aquellos que deseen viajar por este camino sepan que no es un viaje fácil. Se necesitan equipos, mapas, y guías expertos que tengan la experiencia y el conocimiento del arduo y difícil camino del amor.

El viaje amerita que los aventureros tengan los sentidos bien refinados y una mente dispuesta para evitar los caminos equivocados, o, mejor dicho, aquellos destinos que conducen a la frustración y la tristeza.

Existen cuatro etapas, aceptadas por la religión y la filosofía, que conducen a la felicidad y al amor verdadero. Antes de entrar en materia, quiero señalar que una de las grandes falsedades que prevalece en el mundo, es la que difunde tanto el cine y la televisión, donde hacen ver que el amor romántico es algo instantáneo y que dura para siempre.

Soy de los que cree que el amor es parte de un proceso y, que es un sentimiento vivo que nace y crece, pero que sin todos los cuidados y las atenciones posibles puede morir. Hollywood no enseña que el amor es un proceso. Lo que las películas reflejan es que el amor de la noche a la mañana surge como algo automático, que después que se tiene va a perdurar así hasta el fin, de allí la trillada frase, “fueron felices para siempre”.

No conozco a nadie que habiendo tomado las cosas a la ligera haya sido exitoso en sus relaciones amorosas. La advertencia, aunque suene duro es necesario, porque le evitará dolor y fracasos más adelante.

El amor se adapta a las leyes naturales y, así como la semilla del campo, el amor romántico nace y se desarrolla de manera gradual. Lo resaltante de ese sentimiento tan profundo, es que a medida que pasan los años crece y crece más. ¡Qué dicha saber que mañana usted va a amanecer amando más a su esposa!

Pero todo eso implica esfuerzo y perseverancia, elementos que las películas hollywoodenses pasan por alto. Estas cuatro etapas que conducen a la felicidad equivalen a ese mapa o guía que mencione anteriormente.

Las personas que deseen viajar por este camino, no pueden tener una actitud liviana. Si quiere improvisar o tomarlo a juego, mejor desista y espere estar algún día a la debida altura emocional para emprender este hermoso desafío.

No conozco a nadie que habiendo tomado las cosas a la ligera haya sido exitoso en sus relaciones amorosas. La advertencia, aunque suene duro es necesario, porque le evitará dolor y fracasos más adelante.

La primera etapa que inaugura su camino al amor verdadero se llama “conocerse.” Mi opinión personal es que es la etapa más importante y determinante de las cuatro. Lo digo, porque si su travesía por este nivel es de calidad, es muy probable que su viaje por las demás etapas sea motivo de grandes satisfacciones.

Las etapas o niveles consiguientes son: cortejo, noviazgo y matrimonio.

El conocerse

La etapa del conocerse es un periodo de la vida que antecede a cualquier relación amorosa. Comienza en la niñez y se extiende por la adolescencia hasta llegar a la adultez. Es el momento en el que nos asociamos con amigos y amigas de manera sincera y genuina. La amistad que se forma es auténtica, por ende, se construyen amistades que privilegian el compartir sano y la camaradería.

Tenga presente que las amistades que haga en su juventud pueden ser vitales para usted en el futuro. De hecho, el enfoque que debe prevalecer en usted debe apuntar a tener como amigos a personas que practiquen principios y valores correctos. Si es así, estará haciendo la mejor inversión de su vida. Rodéese de las mejores personas y téngalos como amigos y amigas, en particular personas que tengan mentalidad de abundancia y riqueza espiritual.

Muchos dirán – caramba, qué difícil es encontrar amigos así. Y es cierto, es como buscar una aguja en un pajar, pero a la postre este esfuerzo vale la pena, porque los buenos amigos son caros y difíciles de hallar. El valor de los amigos supera a cualquier piedra preciosa.

En contraste, es muy fácil encontrar y compartir con personas que tengan mentalidad de escasez y pobreza espiritual. En este escenario hipotético, las posibilidades de progreso al lado de personas  con actitudes tóxicas están más que limitadas. Un mal amigo es como un ciego guiando a un tuerto.

Hablaremos de las demás etapas en otro momento.

 

 

 

 

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