¿Qué tan acertada es la frase “de que el amor es ciego”?

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Por Mario Medina 


Hay un viejo refrán que ha calado en el imaginario popular desde hace mucho tiempo. Es el famoso refrán que reza “que el amor es ciego”. Pero objetivamente hablando, cabe preguntarse si en la realidad cuán cierto puede ser que el amor sea ciego. Hay estudios científicos que coinciden que si lo es.

La doctora Francis Cohen explica que al principio de una relación amorosa el cerebro tiende a desactivar los mecanismos de alerta ante una serie de defectos, que, comúnmente consideraríamos desagradables en cualquier otro individuo.

Los altos niveles de atracción desactivan los mecanismos de defensa. El individuo se enfoca solo en lo bueno de la otra persona; A veces, es tanta la euforia y el entusiasmo del enamorado, que temporalmente pierde la inclinación a cuestionar, sopesar y comparar.

Solo el tiempo será capaz abrirle los ojos al enamorado. Es aceptable que al principio de una relación la gente se emocione y se llene de entusiasmo, sin embargo, eso no justifica que una persona se ciegue, y que deje de tomar en consideración la sabiduría que hay en las etapas que estamos tratando en esta obra: conocerse, cortejo, noviazgo y matrimonio.

Cada etapa tiene su tiempo prudencial para que las personas se conozcan, se enamoren, se comprometan y se casen. Hay tiempo de sobra para despejar cualquier duda. Pero como les dije anteriormente, tarde o temprano el velo que les impide ver la verdadera personalidad, la esencia de la persona que pretenden caerá. La emoción le dará paso a la reflexión. Es en las primeras etapas (conocer, cortejo o noviazgo) donde debe debe abrir los ojos, después es tarde. Imaginen por un instante, que ustedes despierten a la dura realidad estando casados, y para su mal descubren que no están con la persona que deberían amar.

“El conocer los defectos de tu pareja es un signo saludable. Significa que estas al tanto, de quién es realmente ella o él, lo cual te permite tener argumentos suficientes a la hora de tomar decisiones”. 

Anónimo

En mi opinión personal, el amor no puede ser ciego. La naturaleza divina del amor demanda que el interesado tenga los ojos bien abiertos al momento de elegir. Tener “los ojos bien abiertos” se traduce en el hecho de conocer y de cortejar correctamente en el tiempo correcto.

La ceguera y el apasionamiento hacen que las personas obren irresponsablemente. En verdad soy de los que piensa, que no es que el amor sea ciego, las personas son ciegas para interpretar el amor. No interpretan que el amor es un sentimiento vivo que tiene la capacidad de ver más allá de lo que el ojo físico es capaz de percibir. No interpretan que el amor tiene conciencia, luz y verdad.

El valiente apóstol Pablo le escribió a los corintios una epístola, en la que les daba a conocer la naturaleza del amor (caridad). Con belleza sublime lo describe así:

La caridad es sufrida, es benigna, la caridad no tiene envidia, la caridad no se jacta, no se envanece; no se comporta indebidamente, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se regocija en la maldad, sino se regocija en la verdad: todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca deja de ser.

1 de Corintios 13:4-8

Si el amor fuera ciego, tal como pregonan hasta el cansancio las novelas y las películas de Hollywood, entonces habría que adjudicarle al amor la culpa de todos los fracasos y los divorcios habidos y por haber. La responsabilidad del fracaso no la tiene el amor, la tienen las personas, pues, son ellas las que eligen. Y si fracasan, es precisamente por falta de amor.

 

 

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