La importancia dentro de la comunicación de ver el potencial de las personas

Entreprenuer

Por Mario Medina 


Un factor que hace diferencia en la comunicación es la manera cómo se ven los interlocutores entre sí; de esa visión parte el respeto mutuo, un elemento vital de este proceso; o en su defecto, se pueden crear enfoques de las personas totalmente alejados de la realidad.

Toda persona visualiza a sus semejantes de dos maneras:

  • Desde una óptica horizontal donde prevalece la igualdad, la simetría, el equilibrio y el respeto mutuo.
  • Desde la óptica vertical en la que predomina una sola voz, una sola visión y las relaciones unilaterales.

¿Puede influir en el proceso de la comunicación la manera en la que vemos a los demás? El poeta alemán Johann Wolfgang Van Goethe da la respuesta  https://lamenteesmaravillosa.com/las-6-mejores-frases-de-goethe/.

            «Si tratas a un individuo como si fuese lo que debería ser y podría ser, se convertirá en lo que debería ser y podría ser».

¡Qué maravillosa frase de Goethe! Ver a la gente, no por lo que es, sino por lo que puede llegar a ser. Imaginen por un instante el impacto que puede tener en una persona adulta o un niño, un trato de esa naturaleza, que potencia hasta niveles insospechados la confianza y la seguridad en sí mismo, que afirma el carácter y el amor propio; ¡qué virtuoso aquel hombre y mujer que puede ver con visión a su prójimo y que vive para inspirar y hacer mejor a los demás!

«En una ocasión me sentí completamente desolado. El calor y la humedad de Maracaibo (40 grados) me estaban matando y encima no conseguía vender nada. Con un ánimo por el piso, me senté en las escaleras de un centro comercial golpeado por un sentimiento de impotencia. Creo que hasta baje la cabeza por lo desanimado que estaba, sin embargo, algo cambio, porque en ese instante paso cerca de mí un hombre alto y delgado, su voz alegre de alguna manera me despertó.

No sé por qué, pero el hombre fijó su mirada en mí. Apenado, lo observe atentamente, cuando me dijo con voz fuerte:

– » ANIMO, ANIMO, ANIMO»… Me lo dijo varias veces.

El desánimo y la tristeza se fueron como por arte de magia. Me sentí como nuevo, pues definitivamente ese hombre depósito en mí la confianza que había perdido. Me conmueve el hecho que este caballero se haya tomado unos segundos para levantar mis brazos caídos y mis rodillas desfallecidas, alcanzó sólo una palabra de aliento, que como un bálsamo alivió mi corazón.

Fui renovado, al grado que hasta el día de hoy valoro esa experiencia. En esas circunstancias tan particulares de hace ya doce años, ese desconocido no vio en mí al hombre triste y abatido, sino que desde una óptica horizontal vio mi potencial y «me transmitió esa confianza sabía que edifica a los demás” Marion D. Hanks (1960). Fue de esa manera que pude recuperar mi habilidad para vender.

¡Qué agradecido estaba! Me levanté inmediatamente del suelo, y con un gozo que llena el alma, me fui a trabajar y pude vender todo lo que tenía”.

            Cuando hablamos de visión, es importante no tener sólo en cuenta la visión de lo que es posible “afuera”, sino también la visión de lo que vemos en otras personas, de su potencial oculto. La visión se refiere a algo más que simplemente hacer cosas, realizar alguna tarea, lograr algo; se refiere a descubrir y ampliar nuestra visión de los demás afirmándolos, creyendo en ellos, ayudándoles a descubrir y a realizar el potencial que hay en su interior: ayudándolos a encontrar su propia voz. Covey (2005:89).

¿Qué efectos puede tener en un niño cuando se le trata de acuerdo a su potencial?

Usted ¿Ha sido inspirado alguna vez por esa “confianza que edifica a los demás?

Si la consideración, la confianza y la empatía influyen entre los interlocutores y no un sentimiento de superioridad o inferioridad, es posible construir un ambiente de igualdad que propicie una comunicación más eficaz.

Hemos de entender que las personas no son cosas, no son objetos, sino una combinación que, de acuerdo al estudio de varios autores, consta de cuatro dimensiones: Cuerpo, mente, espíritu y corazón. Esta es la “persona completa”, a la cual hace referencia Stephen Covey en su magistral obra “El octavo hábito». Tenemos un valor, un potencial ilimitado, pero vivimos en un mundo que constantemente despoja a las personas de su valía.

La ceguera y la inmadurez emocional impiden que veamos en todo su esplendor la valía de un empleado, de un amigo, de un vecino, la valía incluso de nuestras esposas e hijos. Echamos por el caño las virtudes, talentos y habilidades de los demás ¿por qué? Por el egoísmo. Esta debilidad es como una viga inmensa que tapa los ojos, al punto que impide ver con visión a los demás ¿Qué consideración se podría tener por otros, cuando vivimos súper valorándonos a nosotros y subestimando a los demás?

El egoísmo (óptica vertical) es uno de los defectos que nos impide ver la grandeza de las personas, y se manifiesta cuando las personas viven para pensar solo en función de sí mismas. En este caso, el prójimo no tiene mucho valor, por ende, las relaciones personales son asimétricas. En lo concerniente a la comunicación es de tipo vertical y unilateral; no existe igualdad y no hay equilibrio entre las partes. La altivez y el egoísmo de un interlocutor lo llevan a situarse muy por encima de los demás.

Hay un famoso personaje ficticio de los años sesenta, que ejemplifica el lado opuesto, el de aquella persona que se subestima (óptica vertical). De la canción de los Beatles “Nowwhere Man” (1966) que traducido significa «el hombre de ninguna parte», surge el célebre cuestionado.

Este personaje tan peculiar, como todas las personas está dotado de talentos y habilidades, pero inexplicablemente en algún momento de su vida decide detenerse sin razón alguna. Elige la inacción como el centro de su vida y así se queda estático como una planta, a merced de que las fuerzas de la naturaleza obren por él.

Su inmenso potencial de a poco empieza a resquebrarse, por cobardía hace como el siervo de la parábola bíblica, que esconde en la tierra el talento que le había dado su señor. Se convierte en una isla en medio de la nada. Vive desorientado y malgasta su vida, no sabe a dónde ir, no tiene un proyecto de vida y espera a que alguien le eche una mano. Hace del conformismo su Dios.

¿Cuánto afecta esa actitud a la comunicación? ¿Qué efectos podrá tener esta conducta en la comunicación? «El hombre de ninguna parte» perdió el foco de su vida, su perspectiva de sí mismo. El hecho de que se subestimara, lo empujó a retraerse, a esconderse y cortar todo canal de comunicación.

El sentirse superior o inferior al prójimo ¿acaso no verticaliza la comunicación al punto de que emisores y receptores quedan en posición desigual?

¿En cuál escenario se sitúa usted?

 

 

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