El ciclo progresivo del amor

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Por Mario Medina 


El ciclo del amor es progresivo. Es una ruta que se transita línea por línea y precepto por precepto. De modo, que en ese largo camino no se justifica que individuo alguno se salte una determinada etapa; por dar un ejemplo, no se puede saltar de un incipiente cortejo a un matrimonio formal en un abrir y cerrar de ojos. Y la razón es simple, no hay camino alternativo que pueda ser viable, el «deber ser» descansa en el hecho preciso, en la responsabilidad individual que tiene cada uno de los interesados de recorrer  íntegramente una a una las estaciones mencionadas.

Los niños antes de comer carne toman leche. Lo mismo sucede con el amor. No hay que precipitarse de un extremo a otro, sino hacer las cosas bien para experimentar un cortejo y un noviazgo adecuado, sin perder el sentido de dirección.

 

Ciclo del amor


 

Conocerse                 Cortejo                               Noviazgo                                                 Matrimonio

 


 

Amistad y             Se profundiza la                    Hay amor verdadero                                          Perseverar

atracción                  amistad                               Compromiso matrimonial

Hay un sentimiento

 


 

Fuente/ Mario Medina

 

Por tal razón, le advierto a todos aquellos que piensan en evadir la normativa moral para dar un salto de canguro, que si lo hacen obran en vano, porque no le puede ir bien a una persona que se apegue a la viveza y la especulación.

Por otro lado, ninguna etapa de este ciclo está habilitada para que las personas permanezcan allí perennemente. Salvo el matrimonio, las demás etapas son temporales. En el mundo de la música y la literatura, mucho se ha escrito sobre este tema.

Recuerdo a Joan Manuel Serrat, el famoso cantante español, cuando lanzó al mercado en los setentas un sencillo llamado “Penélope”. Según la canción, Penélope, por razones ajenas a su voluntad debió esperar el regreso de su amado por muchos años.

Al igual que la otra Penélope, la esposa de Odiseo de la obra de Homero, la Penélope de Serrat es un símbolo representativo de la persona que ama, que se desvive enormemente por su amado con lazos inquebrantables de fidelidad, pero que tiene que esperar.

 

 

Ese no es su caso. Usted no está en la obligación de esperar de brazos cruzados en una etapa (novios) como lo hicieron las Penélope. La pareja es libre de decidir el tiempo de duración de cada etapa.

La idea obvia es que la pareja tenga un progreso en cada una de las partes de este ciclo y, superada una etapa satisfactoriamente pasar a la otra.

A lo largo de los años he comprendido que las etapas de conocer y cortejar deben ajustarse a una medida de tiempo lógico y prudencial. Son las etapas, que a mí juicio, deben ser las más prolongadas porque se trata de conocer lo más posible a la persona que va a formar parte de su vida.

El noviazgo, en teoría, no debería ser tan largo, porque se supone que la pareja en ese momento tiene una seguridad y un sentimiento de amor verdadero que les invita potentemente a unir sus vidas en matrimonio. Si hay amor ¿para qué esperar? Las parejas deben ser conscientes de que al llegar al noviazgo están a un paso del matrimonio.

Aunado a lo anterior, el progreso del noviazgo dependerá de que ambos novios pacten y tracen una meta matrimonial. Con una meta en común bien definida la pareja hará todo lo posible para materializar cada uno de sus objetivos. El esfuerzo conjunto hará posible que la relación prospere. Por consiguiente, la prosperidad se convierte en felicidad.

He visto en cientos de parejas que lo más satisfactorio para ellos ha sido sentir el progreso de la relación. En la medida que la relación progresa todas las cosas se van organizando hasta hacer realidad la meta. Nada es improvisado.

Una pareja que se ama y son novios, pero no tienen una meta matrimonial, se están haciendo un flaco favor a sí mismos. En esas condiciones el progreso será muy limitado. Cabe preguntarse ¿de qué sirve el noviazgo si no hay una meta matrimonial? Noviazgo sin objetivo y metas equivale a perder el tiempo.

 

 

 

 

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