Canadá a 49 grados: las claves de unas olas de calor cada vez más frecuentes

Vista general de la ciudad de Lytton (Canadá), que ha quedado arrasada por un incendio tras registrar 49,6 grados.

DARRYL DYCK/THE CANADIAN PRESS / AP


El suroeste de Canadá y el noroeste de Estados Unidos han vivido desde el pasado fin de semana una “excepcional y peligrosa” ola de calor, en palabras de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Las temperaturas han superado los 49 grados en Canadá y en algunos casos no han bajado de los 20 por las noches en unas latitudes en las que no están acostumbrados a un calor tan intenso. Las autoridades de la Columbia Británica (Canadá, 5 millones de habitantes) y de Oregón (4,2 millones, Estados Unidos) están investigando cientos de muertes que se atribuyen a estas temperaturas extremas mientras que han tenido que habilitar bibliotecas y polideportivos como centros de refresco para que la población se refugie.

El cambio climático generado por la actividad del ser humano contribuye al aumento de la frecuencia de este tipo de fenómenos y a su intensidad, según advierten los especialistas. Y, si el ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero continúa como hasta ahora, en el futuro se incrementarán todavía más este tipo de peligrosos fenómenos.

¿Por qué se ha producido esta ola de calor?

En Canadá y EE UU han denominado al fenómeno que ha disparado los termómetros esta semana “cúpula de calor”. La doctora en Ciencias Físicas y responsable de meteorología del portal eltiempo.es, Mar Gómez, explica que lo que está detrás de esta ola de calor es un “potente anticiclón de bloqueo” —esa cúpula de calor— sobre la costa oeste norteamericana, que impide la llegada de aire frío. También ha contribuido La Niña, un fenómeno climático que afecta a las corrientes atmosféricas y que hace “más probable” la aparición de las olas de calor así en Norteamérica, explica Gómez.

Los servicios meteorológicos de EE UU y Canadá han emitido decenas de avisos de récords de temperaturas en la zona. Pero el punto cero ha sido el municipio de Lytton (250 habitantes), en la Columbia Británica, donde se han registrado marcas históricas durante tres días consecutivos. El termómetro llegó el domingo hasta los 46,6 grados, el lunes subió a los 47,9 y el martes alcanzó los 49,6 en esta misma localidad. La situación de bloqueo en Lytton se ha visto también acentuada por las Montañas Rocosas de Canadá, añade Gómez.

¿Es normal un fenómeno así?

No es normal. Los expertos apuntan a que las temperaturas que se han registrado esta semana en esta zona, mucho más acostumbrada a las bajas temperaturas, están 20 grados por encima de lo normal para esta época del año. “Es como si en Berlín, que está en la misma latitud, hubiera casi 50 grados”, explica Juan Antonio Añelprofesor de Física de la Tierra de la Universidad de Vigo. “No es habitual que se disparen las temperaturas así en esa zona”, apuntala Gómez.

¿El cambio climático es el culpable?

La ciencia climática es en cierta medida una ciencia forense. Es decir, las atribuciones o no de los fenómenos extremos como estas olas de calor se hacen una vez pasado el episodio y se estudia la probabilidad de que algo así hubiera ocurrido sin el proceso de calentamiento global en el que está el planeta, debido a los gases de efecto invernadero que expulsa el ser humano. Añel recuerda que “siempre han existido récords y extremos”. Pero añade: “El cambio climático aumenta la probabilidad de este tipo de fenómenos”.

En la misma línea, Omar Baddour, jefe de la División de Políticas y Vigilancia del Clima de la OMM, explicaba esta semana que “las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas a medida que las concentraciones de gases de efecto invernadero provocan un aumento de las temperaturas globales”. Es decir, el calentamiento global no solo está causando un incremento de la temperatura media en el planeta —ya es 1,2 grados más cálida que antes del periodo industrial (1850)—, sino también un aumento de la frecuencia de las olas de calor.

Reparto de agua y comida en un centro de hidratación en la ciudad estadounidense de Seattle.

Reparto de agua y comida en un centro de hidratación en la ciudad estadounidense de Seattle.TED S. WARREN / AP

¿Habrá más episodios de este tipo?

El IPCC, el panel de expertos internacionales creado hace más de tres décadas para sentar las bases científicas sobre el cambio climático, advertía en su último gran informe (que data de 2018) de que, a medida que el planeta supera ese grado de temperatura respecto a la era preindustrial, aumentarán los riesgos e impactos para la salud humana y el medio ambiente de “fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor”.

Según Baddour, los estudios están determinando además que estas olas “comienzan antes y terminan más tarde, y están cobrando un precio cada vez mayor en la salud humana“. Añel añade: “Por desgracia, en el futuro vamos a verlo más. El próximo verano ya no será el verano más caluroso que hemos vivido, sino el menos caluroso de los que vamos a vivir”.

¿Qué efectos tiene sobre la salud?

Según el último recuento de fallecidos comunicados por las autoridades locales realizado por la agencia Reuters, hasta la madrugada del jueves (hora española), se habían producido casi 600 muertes relacionadas con las altas temperaturas en la Columbia Británica y Oregón. La mayoría de ellas —486— son en la Columbia Británica, donde las autoridades hablan de muertes súbitas.

Los fallecimientos por golpe de calor son solo la punta del iceberg de este problema, como explica Julio Díaz, de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III. “Representan entre un 2% y un 3% de los fallecimientos asociados al calor”, señala este experto. Porque, como ocurre con la contaminación, “el calor agrava otras patologías, sobre todo en personas mayores”. Se trata, por ejemplo, de problemas cardiovasculares, renales o neurológicos, que pueden agravarse hasta la muerte con los episodios de calor extremo.

Centro de refresco habilitado en Portland, Oregón (EE UU), para que los ciudadanos puedan descansar durante la ola de calor.

Centro de refresco habilitado en Portland, Oregón (EE UU), para que los ciudadanos puedan descansar durante la ola de calor. MARANIE STAAB / REUTERS

Díaz recuerda que en la gran ola de calor de 2003 fallecieron solo 140 personas en España directamente por golpes de calor, pero el exceso de mortalidad en julio y agosto de aquel año respecto a la media alcanzó las 6.600 personas. Para determinar el impacto real de esta ola en Norteamérica habrá que esperar a los datos sobre exceso de mortalidad. “Así se podrá determinar cuántas personas han fallecido por el calor y no tenían que haber muerto”, añade Díaz.

Las autoridades locales de las regiones más golpeadas han tenido que habilitar bibliotecas y centros especiales en polideportivos y otras instalaciones para que las personas se puedan refrescar y descansar. Pocas casas están preparadas, por ejemplo, con aires acondicionados, para estos fenómenos. “En la misma ola de calor de 2003 en Francia murieron 14.000 personas, y en muchos casos fue en regiones que no estaban acostumbradas y no tenían aires acondicionados”, apunta Díaz.

¿Qué riesgos asociados tienen las olas de calor?

Este experto de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III añade otro problema importante de las olas de calor: los riesgos asociados, como los incendios que también se están produciendo en la zona azotada por las altas temperaturas. Gómez explica: “La población de Lytton, donde se han batido los récords de temperaturas, ha tenido que ser evacuada estos días por los incendios forestales”. De hecho, gran parte de esta pequeña ciudad ha sido arrasada por las llamas.

Por ello, Díaz incide en la importancia de poner en marcha planes integrados en los que se contemplen todos los riesgos asociados y que se preparen programas de actuación adecuados y actualizados. “Hay que tener las cosas a punto para cuando pase algo”, advierte.

 

Redacción de El País 

 

 

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