«Las emociones influyen mucho más sobre la razón que al revés»

El doctor Estanislao Bachrach – Cortesía de ‘Grijalbo

ABC Bienestar

Por María Alcaraz María Alcaraz


Huir de las emociones es imposible. Por mucho que no nos gusten, que pensemos que nosotros no sentimos tanto, o no nos afectan las cosas, no hay nada que hacer. Las emociones están ahí y nos moldean como personas: hacen que nos comportemos como lo hacemos, tengamos las relaciones que tenemos y tomemos unas decisiones y no otras.

En ‘En el limbo’ (Grijalbo), el doctor Estanislao Bachrach, especializado en biología molecular, busca explicar cómo podemos hacernos dueños de las emociones y, más que controlarlas, darnos cuenta de lo que hacen en nosotros. En general, comenta el profesional que no nos han enseñado mucho sobre nuestras emociones y, por ello, nos cuesta tanto interaccionar con ellas. Hacer de las emociones intrínsecas en nosotros aliadas hará que estemos más en paz no solo con cómo nos sentimos, sino con las decisiones que tomemos.

Portada de 'En el limbo'
Portada de ‘En el limbo’ – Grijalbo

¿Cree que, por lo general, no conocemos nuestras propias emociones?

Depende, hay gente que sí y gente que no. Lo que tengo claro es que en la educación formal, tanto en España como en América Latina, que es lo que conozco, no se enseña mucho sobre nuestras emociones: cómo nos sentimos, por qué nos sentimos así, qué podemos hacer para sentirnos diferente, o cómo impactan esas emociones en nuestro rendimiento, comportamientos o toma de decisiones. Yo diría que en general no, no las conocemos, pero hay gente que tiene ese talento innato, o a aprendido a hacerlo.

¿Por qué, si las emociones son lo que vertebra nuestra vida y experiencias, a veces las dejamos tan de lado?

Yo creo que tiene que ver con lo que ya comentaba: todo lo que hacemos tiene que ver con cómo nos sentimos. No nos enseñan a darnos cuenta de eso, todo lo que sentimos impacta en las decisiones que tomamos, incluso en cómo pensamos y nos comportamos. Quizás las dejamos de lado porque nos pueden dar miedo, nos enseñaron que estaban mal, porque nos sabemos que son tan importantes o porque ni siquiera nos damos cuenta de que las sentimos…

Y, aunque no les estemos prestando atención, o las ignoremos activamente, ¿nos afectan las emociones cuando las sentimos?

Todo el tiempo sentimos, no existe no sentir algo. Esas emociones tienen que ver con distintos grados de energía que tenemos en el cuerpo, y distintos grados de placer. Vamos del displacer absoluto al placer total. Todas esas emociones que se generan en la cabeza y bajan al cuerpo afectan en cómo pensamos, porque si yo me siento inseguro o desmotivado, probablemente empiece a pensar cosas como que no voy a poder o no voy a ser útil. Esa dinámica entre emoción y pensamiento está, aunque no le prestemos atención. Todo el rato influencia nuestra toma de decisiones.

¿Pueden las emociones enseñarnos cosas de nosotros mismos que no sabemos de primera?

Las emociones están todo el tiempo impactando en nuestro día a día y de primeras, puede que no seamos conscientes. Por ello es esencial el autoconocimiento. Bajo distintas circunstancias y contextos, esto nos enseña cuál es nuestra tendencia de pensamiento, cómo solemos comportamos en distintas situaciones… pero llegar a ello implica un trabajo introspectivo de conocerse y escucharse, y ver cómo nos movemos en la vida. A partir de eso podemos empezar a cambiar: pensar y sentir distinto.

¿Cuál es el primer paso a dar para empezar a convivir en paz con nuestras emociones?

De nuevo, creo que todo se resume a una palabra: autoconocimiento. No soy fanático de nunca disciplina en particular, pero conocerse uno mismo implica comenzar a entender cómo nos sentimos frente a distintas situaciones y formas de pensar. Cuando empezamos a entender eso, y a conocernos, podemos empezar a aceptar que esto es así, o que nosotros podemos cambiarlo.

¿Considera que todo el mundo es capaz de autorregularse emocionalmente?

Sí, creo que la autoregulación es exactamente lo mismo que aprender a tocar el piano, o jugar al tenis o cocinar. Hay herramientas, disciplinas y métodos que te permiten aprender a regularnos emocionalmente. Tengo claro que, con esfuerzo, paciencia y compromiso, si uno empieza a practicar esas técnicas, termina por regularse solo emocionalmente. Hay gente que incluso lo hace muy bien sin darse cuenta.

¿Qué equilibrio deberíamos encontrar entre las emociones y el raciocinio?

Por como está conformado el cerebro, el equilibrio es imposible porque las emociones tienen mucho más poder, impacto e influencia sobre la razón que viceversa. Cuando uno analiza el cerebro, el área límbica de las emociones, corre hacia el lado de la razón con muchas ‘autopistas gigantes’, mientras que desde la razón al sistema límbico hay solo una ‘pequeña calle’.

Químicamente las emociones influyen mucho más sobre nuestra razón que viceversa. Somos seres emocionales que aprendimos a pensar. Sobrevaloramos mucho la razón, estamos todo el tiempo justificando nuestras emociones, concluyendo que lo que decidimos es de manera racional, pero es probable que esas decisiones fueran más tomadas por cómo nos sentimos y cómo nos queremos sentir que por cómo pensamos.

Emoción y razón ‘charlan’ todo el rato: a veces colaboran, a veces compiten, pero las emociones siempre van a ganar a menos que uno se de cuenta de que toma esas emociones a nivel emocional. Y ese famoso ‘darse cuenta’ es el primer paso para conocernos a nosotros mismos y las emociones. ‘Darse cuenta’ es la clave y, a partir de esto, uno puede empezar a trabajar para saber regularse, tomar mejores decisiones, arrepentirse menos de las decisiones que uno toma y, por ende, ser más feliz.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *