El hogar educa y la escuela complementa la educación de los niños
Susana Wesley tuvo 19 hijos
Tecnoiglesia
La experiencia ha demostrado que muchas veces los padres confunden los roles de la escuela y la familia en la educación de los hijos. Ambas instituciones influyen en la educación de los niños, pero hay una diferencia y contrasta en las responsabilidades. El criar y educar a los niños es un rol que pertenece a los padres. El hogar de esa forma se convierte en el primer centro de formación integral que tienen los niños.
La escuela juega otro rol. Como institución no tienen la obligación de criar niños. La escuela simplemente complementa la educación que los niños reciben en el hogar. La escuela refuerza las enseñanzas que los niños reciben de sus padres. Pensar que la carga de educar es exclusivamente responsabilidad de la escuela es un total exabrupto.
Cuando los padres confían tanto de los aportes educativos que la escuela puede brindar a los niños, peligrosamente ceden sus responsabilidades fundamentales (criar y educar) imaginándose que la mamá escuela va a hacer el milagro de formar unilateralmente a los niños.
Error. Los padres crían y educan. La escuela solo complementa la educación que reciben los niños en el hogar. Recordemos que hace 200 años no existían escuelas como las de ahora. La educación de los ñiños se circunscribía únicamente al circulo familiar. Solo las familias más acomodadas contrataban maestros para enseñar clases particulares a sus hijos. En la mayoría de los hogares pobres, la madre ejercía el papel de maestra.
Susana Wesley representa uno de los ejemplos más hermosos en lo que concierne a la educación de los niños. Su vida estaba destinada a marcar la historia de la humanidad. Y no es exageración. Susana Wesley se casó muy joven con un erudito inglés llamado Samuel Wesley. El matrimonio Wesley, como era muy común en la época, tuvo muchos hijos (19), lo cual obligó por entero a Susana a dedicarse en cuerpo y alma a la familia.
Durante 20 años Susana Wesley le entregó a sus hijos, como decía Winston Churchill, «sangre, sudor y lágrimas». El resultado de este acto notable fue que del seno familiar de los Wesley surgió el gran reformista John Wesley. Respecto al trabajo que le tocó desempeñar como madre y educadora, Susana Wesley dijo «que no se arrepentía de nada».