Horas determinantes en Bolivia: pedidos de renuncias, bloqueos y el fantasma de Evo Morales

El ex presidente llama a cercar todo el país mientras Jeanine Áñez se aferra al raquítico poder que le queda

Correo del Sur

Por Laureano Pérez Izquierdo  autor


Hermano, que no entre comida a las ciudades”. La voz de Evo Morales resuena inconfundible. La orden, clara y directa, fue lanzada por el ex presidente boliviano cuando ya había renunciado y la crisis política sacudía los cimientos de Bolivia tras unas elecciones manchadas de trampa, fraude y sangre. “Que no entre comida”. Morales quería sitiar las principales urbes -sobre todo La Paz– para que la población sintiera su rigor. Era el 20 de noviembre de 2019 cuando el audio fue presentado por uno de los ministros bolivianos y dejó expuesto al líder del Movimiento al Socialismo (MAS), por entonces huésped de Andrés Manuel López Obrador en Ciudad de MéxicoPor esa maniobra se le inició una causa judicial por terrorismo y tiene pedido de captura en su país.

Hoy, el eco de ese viejo audio retorna. La capital nacional y el Alto están sitiadas por bloqueos y cortes de vías. La comida podría comenzar a escasear. Desde este martes, por ejemplo, la carne sería el primer alimento en mermar en la segunda de esas ciudades. Mañana se suspenderá el faenado: los camiones que trasladan ganado anunciaron que ya no ingresarán allí. “Que no entre comida”. La capital tiene aún reservas para unos días. Pero no mucho más si el particular plan alimentario de Evo prospera.

Así, el sistema para atender las necesidades de los pacientes -de coronavirus y de cualquier otra afectación- está en vilo: los traslados no pueden realizarse y los envíos de oxígeno no llegan a los centros de salud. Para peor, la mayoría de los centros de ancianos, hospitales y maternidades dependen del gas envasado y del diésel para que sus infraestructuras funcionen correctamente. “Que no entre tampoco gas”, podría escucharse en otro audio. En Bolivia también es inviernoEs extraño que dirigentes internacionales que dicen defender los derechos humanos no intercedan para que Morales desacelere su plan.

Evo se movió rápido al ver cómo Áñez, en su intento por reciclarse, perdía credibilidad y caudal político. Para ello, reactivó su acuerdo con el histórico dirigente indígena Felipe Quispe. Siguen los mismos planes: ambos, Evo El Mallku, pasaron de pedir el adelantamiento de las elecciones a exigir la renuncia de la ex senadora que parece enamorada del Palacio Quemado. La presidenta transitoria -que tenía por misión convocar comicios transparentes y no ser de la partida- se tentó tanto con el poder que pretendió quedarse para siempre.

Las próximas horas serán claves para determinar hasta dónde se involucra Quispe: si su poder de fuego llega a la capital, otro será el escenario para los próximos días. Hoy, los Ponchos Rojos convocaron a rodear la sede gubernamental que la alberga. Cuán fuerte sea la movilización, marcará la inclinación de la balanza. Es la agrupación más combativa que responde al ex presidente. Sumados a El Mallku, el estallido está garantizado. Recuerdos de octubre de 2003.

Cualquier cosa puede pasar: Jeanine en pánico; su gabinete con variedad de enfoques, los mandos militares desconfiados y la gente asustada”, dice a Infobae un dirigente boliviano que prefiere mantenerse en el anonimato. Esos mandos militares están reunidos casi en forma permanente. Piensan una alternativa. Saben que su futuro depende de que no regrese Morales, quien los convertiría en una milicia.

Es cuestión de horas para que Bolivia pueda volver a lamentar vidas.

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