La hora de los adultos
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Por Carlos Alberto Montaner
“Basta media hora de conversación con el hombre promedio para comenzar a dudar del sentido común”. No sé si lo dijo Churchill, pero seguramente lo pensó. “La gente”, incluso las personas instruidas, creen en el “más allá”, en los fenómenos “paranormales”, en que Soros está detrás de todas las vilezas del mundo, y en las conspiraciones más raras y sorprendentes. Hitler y los cientos de miles de personas vinculadas al partido Nazi, por ejemplo, estaban convencidos de que los males de Alemania desaparecerían extirpando de ella a los judíos, a los gitanos, a los homosexuales y a “otros canallas”.
Ivana Trump tiene un doctorado en “Trumpología”. Fue la mujer de Donald Trump de 1977 a 1992. Es la persona que mejor lo conoce. Tuvo con él tres hijos: Don(ald), Ivanka y Eric. Es una checa muy inteligente que conoció y padeció el comunismo directamente. Tuvo que huir de Checoslovaquia a bordo de un austriaco, el señor Alfred Winklmayr, instructor de esquí, que simuló casarse con ella para dotarla de un pasaporte extranjero y de una coartada para abandonar el paraíso del proletariado.
Ivana dijo, recientemente, que a su exmarido “no le gusta nada perder”. Tenía razón. Se refería a la derrota infligida por Joe Biden. No está dispuesto a aceptarla y alega, como un muchacho, que la victoria demócrata se debe al fraude. O a los centenares de fraudes perpetrados. Miles de muertos que votan, decenas de miles de boletas enviadas por correo que son falsas y con la misma dirección del remitente. 80% de sus seguidores creen ciegamente lo que dice Trump. Si hay algo que estamos predispuestos a sostener es la culpabilidad a priori de nuestros políticos. Son culpables mientras no se demuestre lo contrario.
Karl Rove, el gran estratega republicano, publicó un artículo en The Wall Street Journal cuyo título revela el contenido: “This election result won´t be overturned” (El resultado de esta elección no será revertido). Primero, porque no es verdad que se haya cometido fraude. Y, segundo, porque los resultados fueron mucho mejores para el partido de lo que lo que preveían las encuestas. RealClear Politics les daba a los demócratas 7.2 de ventaja. Nate Silver les concedía una ventaja de 8 puntos. El margen real fue 3.3. Los demócratas ganaron por los pelos. Los republicanos conservaron el Senado y mejoraron el número de representantes en la Cámara baja.
El 20 de enero está a la vuelta de la esquina. En esa fecha, al mediodía, deberán instalarse Joe Biden y Kamala Harris en la Casa Blanca. Si Donald Trump no puede conceder la victoria a la pareja que lo derrotó, porque tiene un oscuro problema psicológico que se lo impide, o por cálculo con el rechazo de sus partidarios, debe renunciar y dejarle ese trago amargo a su vicepresidente. Mike Pence puede hacer esa llamada. Es la hora de los adultos.