Historias de amor: No eligieron a ciegas

Supermadre

Por Mario Medina 


José y Esmeralda se conocieron a finales de los años noventa. José, en ese entonces, era un joven oficinista, de carácter entusiasta con unas capacidades inmensas para hacer amigos. Por su parte, Esmeralda recién terminaba de graduarse de médico en la universidad con todos los honores.

En un punto de sus vidas, ambos coincidieron y se enamoraron. Al principio de la relación, los dos novios parecían el uno para el otro. Por la personalidad, y el abundante potencial de ambos novios, la relación prometía un futuro muy exitoso.

Así que, animados por el entorno contrajeron matrimonio en un lapso muy corto, en lo que para muchos fue la boda del momento, el matrimonio del año. Pero la felicidad reinante resultó efímera. No pasó mucho tiempo cuando José y Esmeralda empezaron a mostrar las garras. Entre dimes y diretes, el matrimonio se fue deteriorando, y a falta de oxígeno, la intervención de terceras personas terminó por contaminar y hundir la relación. Pero, si todo iba tan bien ¿cómo puede ser que de un momento a otro el matrimonio se pudiera venir abajo?

En apariencia, ellos se proyectaban muy bien, de hecho, eran brillantes e inteligentes. Sin embargo, ese caudal de potencialidades no detuvo la debacle prematura de su matrimonio. En realidad, José y Esmeralda no se descubrieron el uno al otro. La etapa del conocerse se les hizo muy corta a ellos.

Para algunos testigos muy cercanos a la pareja, José y Esmeralda no llegaron a un estado de sensatez que les permitiera preguntarse: ¿Cuánto amo a José? O, ¿Esmeralda me inspira, me eleva para ser mejor de lo que soy? ¿Tenemos suficiente amor el uno por el otro como para materializar un matrimonio?

Ellos omitieron buscar respuestas a estas preguntas tan fundamentales, que seguramente le habrían dado a la relación otro matiz, o bien una dirección segura hacia el norte. Pero no fue así.

Embriagados por la adulación del entorno, cegados por el status del uno y del otro, se sintieron seguros, confiados, y de esa forma no advirtieron que en sus corazones no había depósitos de amor verdadero. En el corazón de José y Esmeralda había orgullo y un alto grado de intolerancia. Solo bastó sentir la presión del matrimonio, para que ellos dejaran emerger sus verdaderas personalidades. La tormenta que liberaron se llevó consigo también a sus hijos.

José y Esmeralda no actuaron a ciegas. Decidieron unir sus vidas a plena conciencia.


 

Esta historia es un fragmento de mi nuevo libro que está en desarrollo «Noviazgo correcto, matrimonio correcto» (2021).

 

 

 

 

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