«Algunas personas siguen juntas por miedo o egoísmo, y eso no es una pareja»

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Por María Alcaraz  María Alcaraz


La pandemia ha tambaleado casi todo las cosas que conocíamos, y entre estas, claro, no salen indemnes las relaciones de pareja. Ya sea por pasar demasiado tiempo juntos (sí, el confinamiento), o demasiado tiempo separados (lo mismo, vaya); ya sea por tener primeras citas con mascarillas y gel hidroalcohólico de por medio, o ese ‘pánico’ de besar a alguien después de un tiempo sin verlo, no vaya a ser…

Pero el ser humano es la especie con capacidad de adaptación por excelencia, y por ello, contra viento y marea, se acopla a este nuevo ‘amor’ que en el fondo es el mismo de siempre, solo que con algún miedo más que otro. En «Amor en tiempos de pandemia», David Suriol y Miguel Janer plantean la idea del ‘márketing de pareja’, un concepto en el que se toma el amor y las relaciones como «un producto de primera necesidad que está en crisis». El planteamiento del libro es el siguiente: aplicar las técnicas de marketing, que tanto éxito tienen el mundo de la gestión empresarial, al mundo de las relaciones.

Portada del libro
Portada del libro

Esta idea de las relaciones, que ya exploraron los autores en 2006 con su primer libro, ahora se ‘actualiza’ y adapta a estos tiempos convulsos. Y es que este último año ha pasado factura a las parejas, y ese ‘trabajo’ constante que se hace en las relaciones, ahora tiene nuevas reglas. Hablamos con los autores en ABC Bienestar sobre estos cambios y cómo la concepción del amor como si de una empresa se tratara no es tan fría como a priori parece.

¿Va a cambiar esta situación de pandemia, al menos de manera inmediata, cómo nos relacionamos con nuestra pareja?

Las situaciones críticas sacan lo peor y lo mejor de cada uno. Durante la pandemia hemos convivido, unos con otros, muchas más horas de lo habitual, y en un clima de estrés laboral, familiar, doméstico y social más intenso que nunca. La relación de pareja se ha visto evidentemente muy afectada. Ya en tiempos de normalidad, es habitual que, tras los periodos de mayor convivencia, como son las vacaciones de verano y las navidades, aumenten las demandas de divorcio. ¡Pues imagina el confinamiento! Es verdad que «el roce hace el cariño», pero también genera fricciones y, las relaciones de pareja que no se plantean o trabajan adecuadamente acaban deteriorándose.

¿Cómo afecta a la búsqueda de pareja esta situación? ¿Cambian los códigos de ligar, dado que es complicado conocer a alguien en un bar, por ejemplo?

Los jóvenes siguen ligando igual, por lo menos los más irresponsables. Para los demás, para las más aventureras y los más aventureros, a los que les gustan las experiencias extramatrimoniales o viven con parejas abiertas, la pandemia tampoco les ha afectado mucho: ha sido un impás, ha implicado más emoción o se han buscado nuevas fórmulas de ligar. La tecnología abre nuevos canales, pero ligar se liga igual: «¿Estudias o trabajas?». Pero, sobre todo, la pandemia nos ha servido para distinguir claramente entre las relaciones de verdad y las que no lo son. Es como un colador, una criba, como todas las crisis. Distingue las relaciones que son fruto de un puro ligue y las que proceden de la búsqueda de un proyecto de pareja estable. Son realidades muy diferentes. El que ligaba antes de la pandemia, sigue ligando durante y después. Al que le costaba, le seguirá costando.

Entonces, dado el contexto, ¿creéis que se va a dar paso a la búsqueda de relaciones más estables desde el primer momento?

La mayoría buscamos relaciones estables. No nos engañemos. Y las relaciones solo son estables si son duraderas. La ruptura de una relación genera mucho sufrimiento, no solo en la pareja, sino en el ecosistema de esa relación, en todas las personas que viven en el entorno. La pandemia nos muestra una vez más que una buena relación puede ser lo más importante que tenemos en nuestras vidas; y que debemos cuidarla. Al final, es lo que queda, la última línea de defensa. Ante la fatalidad, aunque suene cursi, lo único que resta es el amor: la necesidad de apoyarnos en alguien y de apoyar a otra persona; alguien en quien confiamos y a quien damos confianza… Y es de manual de primero de primaria que eso solo lo logramos en una relación a largo plazo. No lo podemos comprar ni con todo el dinero ni con todo el poder del mundo.

 

 

Las parejas que han comenzado su relación en medio de esta situación, tal vez tras el confinamiento, ¿van a notar diferencia cuando las cosas se normalicen?

Cuando la situación se normalice todos volveremos a ser los de antes. La pandemia, cuando se erradique, habrá traído grandes cambios en lo laboral, en los métodos de pago, en la economía, pero puede que no cambie radicalmente nuestra forma de vivir la relación. La cuestión es cuál será el peso específico de lo bueno frente a lo malo en el total de la sociedad. Nosotros tenemos esperanza de que la crisis de la pareja estable en España esté tocando fondo. Por eso hemos reescrito y vuelto a publicar el libro, para ayudar a estas nuevas parejas, aunque, por ejemplo, la gente que se ha casado durante la pandemia, poca, pero la ha habido, tienen muy claro lo que están haciendo.

Pero, ¿qué es exactamente eso que llamáis marketing de pareja?

El marketing de pareja es un método práctico para ayudar a las parejas a consolidar su relación. Lo importante es el amor, la felicidad, el sentimiento, la comunicación, la sexualidad.Pero a todas estas cuestiones vitales, hay que ponerles patas. Cuando te embarcas en el trabajo de tu vida, no dices, voy a ser neurocirujano. No. Estudias doce años de primaria a bachillerato, pasas la PAU, cursas una carrera universitaria y te presentas al MIR, y después te preparas para la especialidad. Pues os aseguramos que es más difícil ser feliz en pareja, que ser neurocirujano, aunque es más asequible. Para alcanzar cualquier objetivo, también una pareja estable, tienes que planificar y ejecutar mil pasos concretos en el momento preciso.

Esta visión tan empresarial del amor, una aproximación ‘fría’, ¿no puede hacer que veamos a nuestra pareja como un trabajo, un objetivo más, y nos olvidemos un poco del amor?

El amor abarca todas las actividades del día, desde el primer beso de la mañana hasta el último buenas noches. El concepto amor abarca muchas cosas, no sólo la parte afectiva o el sexual. En la pareja todo empieza con la afectividad, el enamoramiento. Lo damos por hecho. En el momento del: «Sí, quiero». Pero ‘el pescado no está todo vendido’, como pensamos. Tenemos que comenzar a trabajar a partir de ese instante, todos los días. Establecer un plan de comunicación, un plan de fidelización y un plan de distribución. Puede parecer todo muy racional y frío, pero es que si la relación no se trabaja así… acaba muriendo.

¿Y pensáis que, en estos tiempos, es más necesario el trabajo en la relación que antes de la pandemia?

Sí, es más necesario que nunca, pero no por la pandemia, sino porque una relación de pareja estable es lo que más feliz te puede hacer en esta vida. Mira, cada uno puede hacer con su vida lo que quiera. De verdad. Gracias a Dios, estamos en el siglo de la libertad y respetamos todas las formas de vida. Pero vivir en pareja nos aporta esa estabilidad y tranquilidad de espíritu que no encontramos en otras realidades del mundo, ni en el placer, ni en el trabajo, ni el dinero, ni en el desarrollo intelectual, artístico o profesional. En la relación de pareja se expresan al máximo las dos potencias que nos constituyen como persona: la inteligencia y la voluntad, concretadas el amor. Lo más sencillo para ser feliz es amar a otra persona a través del cuerpo toda la vida. A esto lo llamamos pareja estable. Puede que con los amigos pase un poco lo mismo, pero no es lo mismo.

Esta visión de la pareja como un objetivo, como un plan de acción, ¿se acentúa con la edad? ¿Las personas más mayores tienden a verlo de esta manera, a diferencia de las más jóvenes?

No tiene por qué ser así. El objetivo de la relación de pareja estable es la felicidad, y la forma de conseguirla, es el amor. La estabilidad y la duración es una condición indispensable para lograrlo. Una pareja adulta quizá conozca las virtudes y los defectos de su relación con más intensidad que una joven, pero eso no quiere decir que la relación esté en buen estado. A veces hay que gente que sigue junta por miedo o egoísmo y eso no es una pareja. Una pareja joven tiene más posibilidades de construir algo desde cero, sin lastres. Una relación no se rompe, la matas. Puede que esté un poco estropeada, pero se puede arreglar. Es cuestión de trabajarla. Para empezar, hay que aprender decir tres cosas: «Perdón, gracias y te quiero». Tres palabras muy sencillas que te ponen en la casilla de salida… y a partir de ahí, a practicar.

 

 

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