Por qué una baja autoestima puede destruir tu relación de pareja

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Por  María Alcaraz  María Alcaraz


El amor propio y el amor a los demás, están intrínsecamente relacionados, pues, «¿cómo voy a ser capaz de querer a alguien, si no me quiero yo mismo?». El trabajo de la autoestima, cultivar el aprecio propio, entender el cómo somos (y aceptarlo) es el primer paso, la base, para poder querer a otro de manera saludable.

La autoestima, comenta Aída Rubio, psicóloga y coordinadora del equipo de psicólogos de TherapyChat, es un concepto muy abstracto y complejo, ya que «viene dada por la suma de muchos factores y se va construyendo con los años desde que nacemos». Cuando habla de estos «factores», la profesional se refiere a las primeras relaciones que establecemos, las distintas experiencias de la vida y cómo las interpretamos, y nuestras características de personalidad.

Para entender como la autoestima moldea la manera en la que se desarrollan las relaciones personales que se mantienen, la psicóloga apunta la importancia de la conexión entre autoestima y apego. «El apego habla de cómo nos relacionamos con los demás y este viene muy determinado por nuestras primeras relaciones, que normalmente serán con nuestros padres», comienza a explicar Aída Rubio. De este punto nace el cómo entendemos las relaciones, el amor… y eso incluye el amor hacia uno mismo. «A través de estas primeras relaciones observamos y sentimos en qué medida y cómo se nos quiere, y así es como nos querremos a nosotros mismos. Esto es moldeable a lo largo de la vida en función de las experiencias», indica.

Una de las relaciones que más afectadas se ven por el ‘estado’ en el que se encuentra la autoestima de una persona son las románticas. Esto ocurre porque, cuando no nos sentimos seguros de nosotros mismos, nos cuesta mucho más confiar en los demás. «Si me quiero a mí mismo estaré en una posición más favorable para poner límites, también para querer sin desconfiar o para sentirme seguro en una relación», argumenta la psicóloga. Otro factor a tener en cuenta es el del peligro de caer en una relación de dependencia, pues al no tener seguridad en nosotros, nos sustentamos en la confianza del otro.

Si reconocemos que tenemos este tipo de relación con otra persona, en este caso motivada por la falta de autoestima, es importante tomar cartas en el asunto, claro que no es fácil, pues hablamos de unos comportamientos que tenemos aprendidos por nuestras experiencias, y requieren esfuerzo cambiar. «Podemos empezar con pequeños pasos. Primero, tomando la firme decisión de salir del rol de dependencia que tenemos hacia ‘x’ personas, y una vez hecho esto, comunicándoselo», explica Aída Rubio.

 

 

Las palabras tienen que llegar a ser actos

Una vez se da este primer paso, advierte la psicología que si solo queda en palabras, no tendrá efecto. «Proclamar la independencia es grato a largo plazo. pero a corto te priva de ciertas protecciones que obtenías de depender de otros», dice y apunta que puede hacerse complicado tener que tomar decisiones, es probable sentirse «desnudo» antes los demás o, por ejemplo, asumir que no siempre vamos a gustar a todo el mundo.

De vuelta al cambio de dinámica de la relación, una vez uno se da cuenta de esa dependencia, indica la profesional que los cambios no solo se basan en aprender a decir «no», sino también a ser capaces de expresar lo que se quiere, así como reservar un espacio de intimidad propio. «No hace falta compartirlo todo. De hecho es bueno pasar tiempo alejado de las personas que queremos, no cargarnos a la espalda su felicidad, mantener ciertas cosas en secreto para uno mismo y pasar tiempo con otras personas que nos enriquecen con distintas perspectivas sobre la vida. Todo esto airea las relaciones y las hace más sanas», comenta la profesional.

 

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