Vacunación masiva contra Covid-19, un proceso épico

CIPER Chile

Por Gisela Alarcón Gisela Alarcón  Claudia Ibarra  Claudia Ibarra
Carla Flores  Carla Flores

Un hecho épico es un hecho memorable, pleno de mística, de sentido y de bien común, heroico. Hoy la lucha contra Covid-19 adquiere este carácter, que se expresa en la vacunación contra el SARS-CoV-2 en Chile y el mundo. Esto ha sido posible gracias a los grandes avances de la ciencia en materia de vacunación, no obstante, en nuestro país el proceso ha sido especialmente exitoso, gracias a todos los/as profesionales de la salud de primer nivel de atención, médicos, enfermeras, TENS y otros, que han sido capaces de acercar esta acción de carácter público y social a las personas.

Tal como lo señala Enrique Laval, Chile fue el tercer país del mundo en conseguir la erradicación de la poliomielitis a través de las campañas de vacunación iniciadas en 1961. Ya en ese entonces, esto fue producto de la labor que desarrollaron los profesionales de las unidades sanitarias en un barrio determinado, que se constituyeron en experiencias destacadas de coordinación comunitaria, mediante vacunaciones, trabajos preventivos, saneamientos y otros. Tal como lo ha señalado Maricela González, estas acciones demuestran que los exitosos resultados de salud de nuestro país son producto de las personas que están en los territorios, incluso más allá de las autoridades o instituciones.

Por otra parte, esa cultura sanitaria ha permeado a parte importante de las personas mayores de nuestro país, que experimentaron los efectos de las enfermedades infectocontagiosas o escucharon sobre las consecuencias de ellos. Por lo tanto, acudieron al llamado de vacunarse con confianza y determinación porque comprenden la dimensión del problema y confían en los profesionales de la atención primaria, lo que reafirma el rol protagónico, histórico y comunitario de este nivel de atención.

Además, en un momento en que en nuestro país se expresaban con fuerza las legítimas demandas ciudadanas por un Chile más justo y solidario, fuimos golpeados duramente por esta pandemia que ha demostrado las limitaciones de nuestro sistema de salud, las desigualdades en los resultados y ha dejado efectos desgarradores en los miles de personas que hemos perdido algún ser querido. Sin considerar que, además, algunos economistas ya hablan de sindemia, es decir, de una triple crisis social, sanitaria y económica que ha empobrecido mucho más a todas aquellas familias y comunidades que viven en condiciones de mayor vulnerabilidad.

 

 

En este contexto, el proceso de vacunación -que no es solo una acción individual, sino también constituye una acción colectiva- nos reencuentra con los conceptos de universalidad, gratuidad y priorización en salud. También es la demostración de que aún hay esperanza porque por una parte contamos con la tecnología y las personas que están dispuestas a frenar la propagación de este virus y salvar vidas, así como también nos demuestra que somos nuevamente capaces de construir procesos colectivos y aunar esfuerzos desde los distintos espacios en los que estamos, por la salud de todos y todas, en todas partes y sin dejar a nadie atrás. Es también la esperanza de una sociedad en la que nos cuidamos entre todas y todas, pues no nos vacunamos solo por nosotros/as, lo hacemos por quienes amamos, por quienes comparten nuestras vidas y también por aquellos/as que no conocemos.

Es así como la vacunación de más de 3 millones de personas a la fecha en Chile es una muy buena señal, que nos demuestra que con el esfuerzo de todos y todas podemos lograr que el próximo mes más personas reciban las primeras y segundas dosis de esta vacuna y luego combatamos la influenza. Todo esto en un escenario más difícil, pues se acompañará de la llegada de temperaturas más bajas y mejores condiciones para la trasmisión viral.

A este esfuerzo colectivo también nos sumamos desde la academia, fieles a nuestra vocación territorial y comunitaria en la educación en salud, a la co-construcción social de la salud y a la comprensión de esta como un derecho. Nos sumamos desde el llamado a la vacunación y también nos sumamos con nuestros/as estudiantes y docentes en la operación de este proceso histórico, así como a apoyar la entrega de información oportuna y veraz para despejar mitos y temores, pues no hay mayor riesgo que enfermar gravemente y fallecer por Covid-19.

Como formadores de los futuros profesionales de salud del país, tenemos el deber de preservar en las nuevas generaciones nuestra cultura de salud pública nacional. Conscientes de esta responsabilidad estamos participando con más de 100 estudiantes de nivel de internado y de 3° y 4° año en los procesos de vacunación en las ciudades de Iquique, Antofagasta, Santiago, Los Angeles, Osorno, Valdivia y Puerto Montt.

Esta experiencia les ha permitido sentirse gratificados por ser parte de una labor de servicio público relevante, adquirir una experiencia invaluable para su desarrollo profesional y participar en este momento épico, que será parte de la historia de la salud pública del país.

Asimismo, participar en esta campaña de vacunación contra el SARS-CoV-2 es coherente con nuestra misión, la que nos llama a contribuir a la salud de la población a través de la formación de profesionales comprometidos, con vocación de servicio y siempre presentes en el territorio con la comunidad.

En este escenario para conseguir la ansiada inmunidad colectiva, deberemos seguir sumando esfuerzos de todos y todas. Se lo debemos a las personas fallecidas por Covid, al legado que nos dejaron memorables salubristas chilenos, y a nuestro país, para lograr superar como sociedad el dolor y la desconfianza.

“Uno no escoge el país donde nace;

Pero ama el país donde ha nacido.

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;

Pero debe dejar huella de su tiempo.

Nadie puede evadir su responsabilidad”.

(Gioconda Belli)

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