La costumbre mata al noviazgo

Mejor con salud

Por Mario Medina 


La costumbre es una señal de peligro. Es un claro indicador que la relación no va bien. Pero, antes de desentrañar este punto hablemos del movimiento. Tanto los seres humanos como todos los integrantes del reino animal, por razones de salud, necesitan estar en movimiento. En el caso de los atletas, a través de rutinas diarias de ejercicios pueden lograr el fortalecimiento de la masa muscular, entre otros beneficios.

Por el contrario, la falta de ejercicio puede conllevar a que las personas sufran una serie de consecuencias en detrimento de su estado físico. Hablamos de problemas cardiacos, respiratorios y muchos más.

En el caso de los músculos, estos se atrofian si no se hace ejercicio. Lo mismo pasa con las parejas y la costumbre. Cuando los novios caen en el ciclo vicioso de la costumbre los músculos que sostienen la relación se atrofian. Al atrofiarse la relación cualquier movimiento brusco puede fracturarla. ¿Cómo se fractura una relación? Las relaciones se lesionan de gravedad cuando el sentimiento (amor) no es bien direccionado. Si una pareja se ama debe canalizar el sentimiento a través de metas claras y objetivos precisos. De no hacerlo, las parejas se convierten en esclavos del tiempo, en una veleta que depende de a donde soplen las circunstancias. Si se desea fortalecer el musculo, es decir, la relación de pareja, hay que ejercitar el amor (sentimiento) por medio de actos amatorios (amar). En síntesis, el sentimiento (amor) se robustece cuando se pone en práctica el verbo amar y luego se canaliza hacia objetivos elevados. La idea principal de este esfuerzo reside en lograr la mayor suma de felicidad posible.

Fortalecido el sentimiento del amor ahora conviene darle dirección y sentido hacia metas y objetivos claros

La vida campestre ofrece ejemplos sencillos sobre el significado del amor. En un picnic al aire libre, imaginemos que, en un lejano bosque, los turistas necesitan cada noche avivar el fuego de la fogata para aliviarse del inclemente frio. La madera se convierte en prioridad para mitigar el frio, porque saben que mientras más leña se le eche a la fogata más intensa será la candela. De la misma manera se alimenta el amor. En sentido figurado, cada pedazo de leña representa un pequeño acto de amor. ¡Qué hermoso es el amor! Su poder puede ser infinito si lo alimentamos con pequeños actos de bondad. Pero, por otro lado, no hay que negar que la costumbre también tiene su poder, sí, un poder paralizante, semejante al veneno de una mamba negra (serpiente africana).

Ese poder paralizante es lo que hace que tantos noviazgos se eternicen. En consecuencia, el amor que es el fuego que alimenta las relaciones de pareja se empieza a enfriar gradualmente, de esta manera, “el ser novios y nada más” se vuelve algo normal. La indecisión, la falta de valentía, el temor a dar un paso más, o en su defecto, el miedo a cortar la relación cuando se sabe que no tiene futuro, le ponen un coto al progreso. El punto crucial, es que la costumbre despedaza la perspectiva porque hace que se pierda el enfoque. La emoción, el feeling, ese palpitar del corazón que siente todo enamorado se pierden por senderos extraños para darle paso al fastidio y al hastío.

El movimiento, la progresión evitaran que la relación caiga en la monotonía

Rocío Dúrcal, cantante española de fama mundial, interpretó hace muchos años una de las mejores composiciones de Juan Gabriel, un tema de nombre “Costumbres.” La canción retrata con nitidez lo peligrosa que es la costumbre. Ella dice. “No cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor.”

La bella cantante tenía toda la razón. Si la costumbre no tiene contención se hace más fuerte que el amor. Para salir de dudas analice: ¿estoy con mi pareja por costumbre o por amor? Sea honesto consigo mismo, no tema a la respuesta. Si hay posibilidades de salvar al amor de la costumbre empiece ahora mismo a labrar su felicidad en pareja. De lo contrario, como diría Rubén Blades el poeta de la salsa: agarre un palo y dele un palazo a ese amor egoísta y masoquista y después le das olvido. Para luego es tarde.

Mario Benedetti con admirable precisión describe como la costumbre resquebraja al amor:

“La costumbre de amar suele limar el amor, debilitarlo. Hay que amar al margen de cualquier costumbre, improvisadamente.”

 

Como punto final, recuerdo las palabras de una señora llamada Marjorie Pay. Al referirse a su esposo  mencionó: “Te amo porque tú me has dado alas”. Esas palabras llegaron a mi inmaduro corazón cuando  apenas tenía 21 años. Una frase tan concisa y poderosa me impactó tanto que se grabó en mi corazón. Ahora sé que el amor verdadero te da alas para que vueles indeteniblemente hacia el progreso. La costumbre solo restringe el vuelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *