La nostalgia ya no es lo que era: ahora puede ser positiva aunque entristezca

La nostalgia puede beneficiar la salud mental si se usa de manera positiva para convertir ese sentimiento de pérdida en una fuerza que nos impulse hacia delante


¿Qué es la nostalgia? En su sentido etimológico la palabra nostalgia viene del griego (nostos=regreso) y (algos=dolor). Fue acuñada por primera vez por el suizo Johannes Hofer en su tésis médica escrita en el 1688 para describir lo que sentían los soldados al estar fuera de su hogar. Hoy en día la nostalgia puede definirse como un sentimiento de pena o tristeza que se experimenta al recordar un momento, persona o lugar que nos ha hecho feliz en el pasado, y que actualmente ya no forma parte de nuestra vida. «Es habitual experimentar nostalgia cuando abandonamos el hogar familiar para independizarnos, cuando perdemos a un ser querido o cuando estamos pasando por una situación difícil en nuestra vida», según explica la psicóloga Silvia Moreno, de mundopsicologos.com.

¿Para qué sirve la nostalgia?

Los últimos estudios ponen de manifiesto que la nostalgia tiene funciones importantes para el bienestar emocional. Estas son, según destaca Moreno, las más relevantes:

1. Nos hace aferrarnos más a la vida y darle un sentido. Saber que la vida puede volver a regalarnos momentos tan felices como los vividos ayuda a seguir adelante. Además, recordar cómo fuimos y compararlo con cómo somos ahora puede dar un sentido de identidad y de continuidad que nos guía en las nuevas experiencias.

2. Ayuda a afrontar mejor el futuro. La nostalgia nos prepara para vivir experiencias similares a las vividas en el pasado y ayuda a tener una visión optimista del futuro.

3. Motiva a seguir adelante. Recordar las situaciones que superamos satisfactoriamente en el pasado y saber que podemos usar las mismas estrategias para superar otras situaciones que se nos presenten nos hace sentirnos fuertes y seguros.

5. Enseña a valorar más el aquí y ahora. Saber que quizá en un futuro recordemos estos momentos con nostalgia nos hace querer vivirlos más plenamente y aprovechar al máximo cada momento feliz en el presente.

6. Fortalece las relaciones sociales. La nostalgia hace que recordemos los momentos positivos y dejemos a un lado los negativos, por lo que puede alentar a dos personas que hace tiempo que no hablaban a querer retomar la relación, ya sea amistad, de pareja, o familiar.

«La nostalgia no siempre provoca sentimientos negativos, muchas veces recordar momentos felices pasados puede ayudar a levantar el ánimo y aumentar los sentimientos de optimismo»
                                                                            Silvia Moreno , Psicóloga

¿Está relacionada con la depresión?

La diferencia principal entre la nostalgia y la depresión es que esta última es un trastorno psicológico, mientras que la nostalgia es un estado mental pasajero. La nostalgia en ocasiones puede aparecer como un sentimiento de tristeza, pero no debe confundirse nunca con la depresión, ya que la tristeza es sólo un síntoma de la depresión.

La depresión, es un trastorno psicológico serio que debe ser diagnosticado y tratado por un profesional, en ocasiones con psicofármacos además de con terapia psicológica. Las pruebas de neuroimagen han demostrado que el cerebro de una persona que padece un cuadro depresivo se comporta de manera diferente al cerebro de una persona sana, ya que tiene un nivel menor de activación en algunas áreas. Además, los niveles de serotonina en estas personas son más bajos que en personas sin depresión.

Una persona con nostalgia, o tristeza, no sufre cambios tan radicales ni duraderos en su actividad cerebral. Por lo tanto, aunque los primeros científicos que estudiaron la nostalgia pensasen que era una enfermedad neurológica que se relacionaba con la depresión, o incluso que podía ser un síntoma de ésta, actualmente se ha demostrado que no es así. Los últimos estudios sobre la nostalgia dejan ver que, lejos de ser un síntoma de la depresión, la nostalgia puede llegar a ser un medio para contrarrestarla. «La nostalgia no siempre provoca sentimientos negativos, muchas veces recordar momentos felices pasados puede ayudar a levantar el ánimo y aumentar los sentimientos de optimismo», afirma Moreno.

Cómo convertir la nostalgia en algo positivo

La nostalgia puede ser beneficiosa para la salud mental si se siguen los consejos que propone la psicóloga para convertir ese sentimiento de pérdida en una fuerza que nos impulse hacia delante:

1. Recuerda los momentos que nos transmiten positividad. Se tiende a pensar que recordar los momentos felices del pasado es algo negativo pero en realidad sucede lo contrario. Cuando recordamos lo que nos alegró como aquel concierto en que lo pasamos tan bien, el momento en el que llegó a casa nuestra mascota o aquellas vacaciones inolvidables, seguramente nos invada una sensación de bienestar.

2. Empieza a valorar el aquí y el ahora. Si no valoramos lo suficiente el presente, es normal que nos sintamos profundamente tristes cuando recordemos los momentos felices del pasado. Pero si aprendemos a mirar el presente con positividad, valorando los momentos felices que vivimos y las buenas personas que tenemos a nuestro alrededor, podremos recordar el pasado sin que nos haga daño.

3. Busca la lección en las experiencias pasadas. Todas las experiencias vitales de nuestra vida, ya sean positivas o negativas, nos enseñan algo que nos puede resultar útil en el futuro si vivimos situaciones similares. Puede ser positivo mirar hacia el pasado y preguntarse qué me enseñó esa experiencia y cómo podría aprovecharse esas enseñanzas su nuestra vida presente o futura.

4. Aprende a valorar a las personas que están en tu vida. A veces nos sentimos tristes cuando recordamos momentos felices con personas que aún siguen en nuestra vida, pero con las que quizás, por diversas circunstancias de la vida, la relación no es tan intensa como antes. Nunca es tarde para expresar a esas personas cuánto agradeces los momentos felices que habéis pasado juntos, y para hacerles saber cuánto significan para ti.

 

Por Raquel Alcolea  Raquel Alcolea

 

 

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