La moda en Chile en el sigo 18

Memoria Chilena

El contraste entre la pobreza del país y el relativo atuendo de la vida entre la gente acomodada se manifiesta en la calesa, el vestuario y dos o tres piezas de la casa.

La moda femenina lejos de influirse por la europea que llegaba de Buenos Aires, adquirió en Chile personalidad inconfundible. Byron decía que «las mujeres son notablemente hermosas y muy extravagantes para vestirse».

Los colores tenebrosos de la época de los Hadsburgo han sido desplazados por tonalidades llamativas y alegres. La eterna pelea entre la moda femenina y el clero ganó en Chile proporciones pintorescas, dignas de un exabrupto de Quevedo. Acostumbrábase a llevar una cola larga a la iglesia, sostenida por criadas especiales. Además de la censura eclesiástica social, por la vejación que ello significaba, la controversia teológica llegó a una comicidad sublime.

Decían los prelados que, andando las señoras en dos pies y arrastrando una cola, bien que postiza, se convertían en verdaderos monstruos que ofendían al señor, pues Él había creado al hombre y a la mujer sin cola. Después de agitadas discusiones, presididas por el obispo Alday, al frente de diez teólogos hubo acuerdo en que «no era por lo general gravemente pecaminoso, pero podía serlo en algunos casos particulares».

Triunfantes en tan bravo combate, decidieron las santiaguinas descubrir los brazos y acortar las faldas. Aquí fue Troya. El obispo, después de anatemizar el descaro de los brazos desnudos, concluye con la más acre diatriba al «otro indecente abuso de levantar la ropa, que se hace más notable en las que usan sayas redondas, y que sólo visten basquiña interior, o, según llaman vulgarmente, faldellines, pues así en las calles como en las iglesias, a cualquier inclinación que hagan manifiestan con tanto exceso los bajos, que obligan a divertir la vista de objeto tan repugnante a la modestia cristiana». Aquello fue una declaración de guerra.

Como las conminaciones no surtieron efecto, consagró gran parte del sínodo de 1763 a reglamentar el uso de faldellines, sayas, y basquiñas, y, aunque las damas perdieron el pleito en el sínodo, se encogieron de hombros y siguieron luciendo escotes y pantorrillas como si no se hubiese celebrado.

 

Gran Historia de Chile

 

 

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