La familia chilena del XVIII y sus costumbres
Si las mujeres no tenían pretendiente les quedaba el camino del monjío
Pintura de Pedro Lira
La vida familiar ya no tiene el severo carácter que le imprimiera la austeridad del siglo XVII. Las fiestas caseras han adquirido soltura. Ahora las señoras, las niñas y los jóvenes juegan a las prendas, a la lotería, al carga burro, al tenderete y al tonto, y los caballeros al ajedrez, las damas o la malilla.
Las familias eran muy numerosas. Doña Josefina Larraín logró ver 28 hijos vivos. Todavía se fabricaba el pan en la casa y, entre los servidores, la recadera mantenía su estereotipada pinta. El recado era siempre el mismo: “De parte de misiá Fulanita, que tenga su merced muy buenos días; qué cómo está su merced y todas las señoritas; que ha sabido que a su merced le gustaban las coronillas y que aquí le mandaba este azafatito por ser de las monjas tales, para que su merced las tome en su nombre con las demás señoritas” … Las recaderas de fama eran muy solicitadas en préstamo para las grandes solemnidades.
La condición de la mujer joven oscila entre el matrimonio, el monjío o el porvenir de solterona cobijada en la orfandad por algún pariente cercano. En el siglo XVIII tiene más gracia donaire e independencia que en el precedente, pero sus enseñanzas se limitan a la lectura, escritura, catecismo, aritmética, gobierno del hogar, costura y música de guitarra, arpa y clavecín.
La tutela de la vida había pasado de las autoridades eclesiásticas a las civiles. Velaban estas porque los maridos residieran con sus legítimas mujeres y protegían a los hijos. En abril de 1796 se amonestó con severidad a Clara Pando, suegra de Toesca porque había hecho todo lo posible para provocar la separación de sus hijos. Se le prohibió taxativamente intervenir en los asuntos del infortunado matrimonio.
Wikipedia Manuel Toesca según los expedientes era un hombre caprichoso
El caso de Clara Pando fue un hecho que estremeció a la sociedad chilena de aquel tiempo. La señora Pando denunció a vox populi el “secuestro” de su hija, Manuela Rebolledo por parte de su yerno Joaquín Toesca y el obispo de Santiago Blas Sobrino y Minayo. Molesta por la arbitrariedad de Toesca, Pando entablo un Recurso de Fuerza ante la Real Audiencia de Chile. En el Archivo Nacional Histórico de Chile se puede apreciar la firma de Clara Pando en uno de los numerosos documentos del caso.
Archivo Nacional Histórico de Chile Firma de Claro Pando
Gran Historia de Chile