La gobernabilidad de Chile en la encrucijada

Sputnik Mundo

Por Sergio Bitar  Sergio Bitar


A medida que pasan los meses, el gobierno se encamina a una encrucijada cada vez más acuciante. Y no solo por la pandemia y sus consecuencias económicas. Observamos un Ejecutivo frágil, desbordado, que no es capaz de proporcionar la gobernabilidad básica para salir de la crisis. A pesar de la comprensible incertidumbre, el gobierno, salvo algunas excepciones, es reticente a reconocer la realidad. Una cierta rigidez ideológica le impide interpretar lo que acontece; no dialoga de verdad con la ciudadanía ni con la oposición para sustentarse y sostener la institucionalidad.

Piñera gobierna con un estilo vertical en un mundo de gestión horizontal. Buena parte de su coalición se encierra en dogmas cuando el mundo ya cambió, no conocen la realidad de los más pobres, entregan beneficios a cuentagotas. Subsiste un estilo arrogante y paternalista, en vez de solidario y convocante. Además, está acosado por organizaciones empresariales que amenazan en vez de colaborar, que eluden responsabilidad, que razonan como si no fueran parte de Chile y sus problemas.

El gobierno critica permanentemente a la oposición, a pesar de que buena parte de ella ha votado soluciones que estima insuficientes. Ahora critica a sus propios parlamentarios que advierten acertadamente lo que viven las familias chilenas. Vemos un traspié tras otro; el último ha sido oponerse al retiro de un 10% de los ahorros previsionales. Pienso que ese retiro no es una buena solución, pero la responsabilidad recae en el gobierno, incapaz de anticipar y concordar una fórmula mejor.

Sé que es difícil cambiar a Piñera, pero al menos se puede esperar que no se aferre a un programa que feneció tras el estallido social y la pandemia, y que asuma un nuevo programa. Debe afirmar la institucionalidad, asegurar un mínimo de cohesión social, a fin de mantener la gobernabilidad hasta fines de 2021. Y todos los actores nacionales responsables deben contribuir a ese propósito.

El gobierno tiene que abordar dos prioridades inescapables: primero, reformar el sistema de AFP, símbolo del poder de una minoría plutocrática, y, segundo, asumir con máxima responsabilidad la realización del plebiscito. Si el Presidente quiere terminar su mandato con dignidad y un reconocimiento histórico debe asumir ambas tareas. Es su obligación con Chile. Le queda un año y medio, suficiente para llevarlas a cabo y no quedar ante la historia como alguien que las entrabó.

Estas tareas no incumben solo al Presidente, son responsabilidad de todos. Todos debemos ayudar a aliviar la enfermedad y la miseria, y al mismo tiempo reformar la institucionalidad y levantar un programa de futuro, empleo, capacitación, digitalización, verde, inclusivo. Los partidos políticos de oposición y gobierno, los poderes del Estado, municipios, organizaciones sociales estamos frente a un punto de inflexión histórico. Sin diálogo no hay salida, sin colaboración tampoco. La gobernabilidad es indispensable para evitar la anomia y la violencia, y progresar en paz.

 

 

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