Consecuencias de no Delegar

Club de Líderes Internacionales

Por Mario Medina


Un principio que aprendí en mi adolescencia es que, en el liderazgo, hay un adagio que reza que “un líder forma líderes”. Un verdadero líder no es egoísta, le gusta enseñar sin reproche principios de justicia y de verdad, es algo que está en su ADN, compartir lo aprendido. En ese sentido el líder forma líderes. En el transcurso de su gestión debe trabajar en pro de formar a los líderes que en un determinado tiempo tomaran su lugar.

Si usted es líder en su comunidad y se esfuerza al máximo para conseguir los mejores resultados, no querrá que, pasado algún tiempo, cuando usted ya este retirado, que la comunidad este hecha pedazos. Por ese motivo, es que un líder debe formar a otro líder, y si ese líder es mejor que usted, será señal de que su trabajo valió la pena. Sera señal de que sus enseñanzas llegaron al corazón de ese hombre o mujer. Si usted es maestro de escuela, supongo que se esforzara por enseñar supremamente bien, porque sus alumnos el día de mañana serán los maestros de sus hijos.

Sin mezquindad, el buen líder enseñará a sus condiscípulos, por medio del ejemplo y el precepto. Este proceso de formación de líderes debe ser un ejercicio continuo, un ciclo que se repite, de manera que produzca beneficios a favor de la institución y los individuos en el corto, mediano y largo plazo.

El líder que procura la excelencia no tiene miedo de compartir lo que sabe. Sin reproches enseña a sus seguidores, siempre con el deseo de que aprovechen y apliquen esos conocimientos. Tampoco tiene miedo de que las ideas de sus seguidores puedan ser mejores que las de él. Felizmente las acepta y las adopta como suyas. El líder que procura la excelencia no le importa el éxito individual, sino el éxito colectivo. El líder que procura la excelencia no frena el progreso de sus alumnos, antes los estimula a dar más.

Cuando un jefe concentra gran parte del trabajo para sí y no delega porque no cree en la capacidad del personal, le hace un daño inmenso a su organización. Algún empleado pensara que no se confía en él lo suficiente. Lo mismo pasa en la familia. Papá y mamá lo hacen todo. Y ¿qué pasa con los hijos? No desarrollan talentos ni habilidades. No crecen responsables sino dependientes de los padres (en lo emocional y económico). Crecen dentro de una burbuja alejados de las experiencias del mundo real.

El acto de delegar es una oportunidad que se presta para que los jefes / líderes “capaciten” a sus trabajadores / seguidores. Es el momento ideal para “afirmar” al joven principiante, es una oportunidad para transmitir confianza y “mejorar la comunicación”. Delegar no es mandar”.

El empleado(a) en la mayoría de los casos, se siente contrariado cuando no se le tiene en cuenta, cuando no recibe responsabilidades que estén acordes a su capacidad, cuando se ignora lo que piensa y siente. Resulta tal la incertidumbre que empieza a reinar en su mente la falsa idea de que no tiene potencial, y así de a poco, un liderazgo que podría florecer si tuviera las oportunidades, se convierte en un ataúd listo para ser enterrado por aquellos que tenían el poder de ayudarlo.

 

 

 

Lucy Amado

 

 

 

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