La volatilidad de las estimaciones económicas

OCDE

Por Hernán Frigolett     Hernán Frigolett


Las proyecciones de crecimiento del Banco Central han sufrido ajustes severos en las últimas versiones del IPoM, desde una caída en torno al 3,5% al inicio de la pandemia, a una recesión severa de 7% en el mes de junio, y que se ajusta a la baja a un valor medio de 5% para este año 2020. El Imacec de julio ha proporcionado el aliciente para corregir al alza los resultados esperados para el tercer y cuarto trimestre del año, porque se especula con que agosto será sin duda mejor debido al pago del retiro del 10% y luego septiembre con Fiestas Patrias y desconfinamiento ampliado debieran llevar a un tercer trimestre con una caída del PIB en torno al 8%. El cuarto trimestre se aprecia con excesiva benevolencia ya que habría un efecto de baja base de comparación derivado del estallido social del 18-O que dejaría al PIB con una caída moderada, o bien incluso para los más optimistas con leve crecimiento, para cerrar así el año con una recesión más cercana al 4,5% de caída del PIB.

¿Cuáles son los factores de riesgo que podrían contravenir esta estimación más optimista del Banco Central?

Gran parte de la apuesta se basa en el consumo de los hogares que sería muy estimulado por el retiro del 10%, especialmente de los sectores que no han sido afectados por el desempleo y que tendrían un exceso de liquidez que se destinaría al gasto, pero también podría darse una actitud más conservadora y prudente que los lleve a mantenerlos en reserva porque la incertidumbre sigue en niveles muy elevados.

En el caso de la inversión, la posibilidad de recuperación más acelerada es bastante más difícil porque no solo se requiere retomar las obras suspendidas, sino que adicionalmente nuevos proyectos entren a fase de ejecución para así poder ver caídas de la formación de capital de un dígito en el segundo semestre. Sin embargo, todas las empresas están con restricciones de ventas y sus perspectivas para el año próximo han sido ajustadas a la baja, lo cual ha obligado a reprogramar las iniciativas para al menos el segundo semestre de 2021.

Las exportaciones no son un frente reactivador ya que la economía mundial proseguirá en zona contractiva arrastrando al comercio internacional, y los mejores términos de intercambio solo servirán para mejorar la caja de las empresas mineras y la recaudación fiscal conducente a un menor déficit, pero no serán suficientes para estimular la inversión minera.

El desempleo será persistente, y probablemente siga intensificándose durante los próximos meses junto a una mayor cantidad de Pymes que cierren de manera definitiva, lo cual irá acentuando una conducta de consumo más cauta por parte de los hogares, que además se han visto expuestos a mayor endeudamiento en los últimos tres meses. Septiembre del año pasado fue un mes de Fiestas Patrias normal, en el que se pagaron aguinaldos que se transformaron en gasto de consumo en el mismo mes, y la actividad se desarrollaba normalmente. En este septiembre, hay un millón de cesantes, y casi 800 mil trabajadores con relación laboral suspendida, pero con 50% de su ingreso, y con alta incertidumbre de recuperación de su poder adquisitivo en los meses venideros.

Por último, otro factor de riesgo es el de la recaída, y que la transición de septiembre provoque un deterioro de los indicadores que lleven nuevamente a restringir la movilidad de las personas. La preocupación principal debe centrarse en la reducción acelerada del desempleo y de sustentar de mejor forma los ingresos de los hogares más que en esperar unas décimas menos de caída del PIB.

 

 

 

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