I Shall Return

Today in History

Por Mario Medina


En la Segunda Guerra Mundial, el general Douglas Mac Arthur se vio forzado a dejar Filipinas en contra de su voluntad. El peligroso y precipitado escape se debía a que los japoneses estaban a punto de conquistar Filipinas, y no se contaba con la suficiente fuerza militar para repeler la invasión. El general había recibido la orden de marcharse a Australia, para reorganizar desde allí la ofensiva aliada en el Pacífico. Los japoneses en su avance imparable por toda Asia, precisaban de un territorio que sirviera de puente y a la vez de base  para atacar a los países vecinos. En lo estratégico, el país convenido (Filipinas) debía estar situado en el centro del conflicto, y no muy lejos de Japón, de manera que se pudiera habilitar con pertrechos al ejército imperial. Fue así como los japoneses resolvieron conquistar Filipinas.

Consciente del horror que se avecinaba, el general MacArthur sabía que, en pocos días, sus soldados, de los que ahora se despedía, serían asesinados o enviados a campos de concentración. Con dolor les “prometió que volvería” https://www.youtube.com/watch?v=Wv1PF0tAE1s.

No pasó mucho tiempo cuando la radio empezó a transmitir la noticia de que los japoneses habían arrasado las líneas defensivas norteamericanas y conquistado Filipinas. Pese a este revés, el general MacArthur no se dio por vencido, más bien se inspiró en idear un plan brillante que le condujo a liberar los territorios ocupados por los japoneses, inclusive Filipinas. La película «MacArthur el general rebelde» de 1977 protagonizada por el gran actor norteamericano Gregory Peck, muestra que lo primero que hizo el general al arribar a Manila fue buscar a sus hombres, a los que encontró en un campo de concentración en estado de inanición. Uno de sus soldados con lágrimas que sólo brotan de un corazón agradecido abrazó al general, y le dijo: “sabíamos que volverías”.

 

El recio general Douglas MacArthur

El tamaño gigante de la integridad del general MacArthur no tiene comparación. El recio general siempre será recordado como el hombre de la palabra inviolable. En los anales de la historia siempre se hará mención de él como el estratega que venció el orgullo japonés, como el hombre obstinado y corajudo que se atrevió a amenazar las pretensiones rusas en Asia. Cómo olvidar al general que prometió volver y volvió.

Conozcamos que hace de este hombre un verdadero líder:

–          Era parte de su pensar, que en la batalla el líder debía estar en la primera línea. El general era sabio porque comprendía a cabalidad, el gran poder que tiene el ser un ejemplo. –    Era altamente competitivo.

–           Ha sido el único extranjero en la historia que se la ha otorgado el rango de » Mariscal de Campo de los Ejércitos de Filipinas».

–           Ayudó a Japón en su transición a la democracia.

–           El general no se preocupaba por los problemas, se enfocaba en resolverlos.

El general MacArthur fue un hombre valiente. Las personas valientes son aquellas que no le temen al riesgo ni a las empresas difíciles. Pelear en la primera línea de batalla significaba casi una muerte segura, lo paradójico es que al general MacArthur poco le importaba eso. Para él lo más importante era dar el ejemplo, porque sabía que, si luchaba junto a sus hombres, inspiraría en ellos el valor necesario para vencer todos sus obstáculos.

Vemos con frecuencia a gente que se acobarda por nada, que de forma obstinada se limita a refugiarse en una trinchera emocional. Sobran individuos que le temen a las responsabilidades, que le temen al compromiso, que, en vez de enfrentar cada reto de la vida con dignidad, se colocan en una posición tal, que la vida pasa por encima de ellos. Estas personas son el segmento que le teme al fracaso y al éxito.

Sin duda, que el general MacArthur durante toda su vida se concentró en desarrollar todas sus capacidades al máximo. Entre ellas: capacidad de planificación, de organización, de control, supervisión. Como líder entendió la importancia de ser proactivo, decidido, paciente, enérgico, flexible, capaz de adaptarse a situaciones peligrosas. El general desarrollo la cualidad de entender a la gente; fue esa la razón por la que abogó para que el Emperador Hirohito retuviera el trono y se asentaran las bases para la reconstrucción del Japón.

Este ejemplo palpable del general rebelde nos demuestra una sola cosa, que una de las mejores inversiones que podamos hacer en la vida se basa en incrementar la preparación personal. Mientras más preparado, mayor será la capacidad que tendrá para enfrentar cualquier desafío de la vida. Leer buenos libros, realizar cursos para mejorar el desempeño laboral, aprender un oficio, adaptarse a las nuevas tecnologías (Las tic) mejorar la oratoria, la apariencia personal, son algunas de las cosas en las que todo individuo debe invertir tiempo y recursos. Para completar la receta, añada a la preparación personal, una buena dosis de humildad.  El libertador Simón Bolívar en una de sus cartas dijo “que un hombre sin estudios, es un ser incompleto.»

Uno de los enfoques del general MacArthur era llevar a Japón por la senda de la democracia. Lagos (1997: 256) describe la gestión del general norteamericano en Japón en estos términos:

El tono y el estilo de la ocupación fueron establecidos por el general MacArthur, Comandante Supremo de las Potencias Aliadas (SCAP en su sigla inglesa), quien, por la firme dominación de su propio personal, así como de toda la nación japonesa, dio su sello personal a toda la empresa. Reischauer sostiene que su nombre quedará como una de las grandes personalidades en la historia del Japón, superado por pocos en los largos anales del país y sin rivales desde los notables días del período Meiji. El encarnó todas las virtudes que los japoneses admiran y se transformó en un símbolo de perfección y en un líder inspirado al cual el pueblo japonés dio un ilimitado respeto.

En tan solo pocos años, todas las reformas sociales y económicas que por la venia del general MacArthur se habían aprobado para el Japón dieron su fruto. Entre 1945 y 1952 el Japón fue reestructurado y encaminado a convertirse en la potencia que ahora es. Lejos del fanatismo y del culto a la personalidad, el Japón se centró en establecer sus bases en el cimiento firme de la libertad (con nueva constitución) y el recio general MacArthur tiene crédito por ello.

El profesor de historia de la Universidad de Harvard Edwin o. Reischauer, califica el resultado final de la ocupación americana de esta manera:

Nunca antes una nación avanzada había tratado de reformar desde adentro a otra nación avanzada. Y nunca la ocupación militar de una potencia mundial por otra, se reveló tan satisfactoria para los vencedores y tan tolerable para los vencidos. Retrospectivamente puede verse como una fase constructiva en la historia japonesa. Los japoneses y los norteamericanos comparten el crédito de este feliz resultado (1957: 223-229).

El general MacArthur para desplegar todo su liderazgo, entendió que debía multiplicar esfuerzos para cumplir una serie de roles que eran inherentes al cargo que él desempeñaba. Tenía que ser político, administrador, militar, juez, legislador todo a la vez. Las circunstancias tanto de Japón como luego en la Guerra de Corea, requerían la dirección de un líder polifuncional que tuviera una visión esclarecida de las realidades a enfrentar.

En mi experiencia personal puedo contarles que tuve un jefe que me enseñó el valor del líder polifuncional. Con 17 años a cuestas, me toco trabajar como oficinista. Era mi segunda experiencia laboral. Mi jefe acostumbraba todos los días, a dejarme en mi escritorio una lista de tareas, así que, al llegar a la oficina ya mi día estaba planificado. Por mi inexperiencia, no siempre cumplía con todo lo asignado, de modo que siempre esperaba a que mi jefe se le olvidara verificar las tareas, de modo que pudiera contar con más tiempo para hacer cada una.

Pero mi jefe tenía buena memoria, y no pasaba por alto nada. El hombre me preguntaba por todo, y yo con la pena de un adolescente le respondía como podía. Aunque para esa época no lo veía así, mi jefe me presionaba para que yo desarrollara habilidades que no tenía, él me estaba preparando para el futuro.  Entre las muchas cosas que me decía, hubo una frase que me marcó para siempre:

– «Mario, tienes que ser un pulpo, debes aprender a hacer muchas cosas a la vez, pero para eso tienes que ser organizado».

¡Qué enseñanza tan maravillosa! Compararme a un pulpo fue y es una de las mejores enseñanzas que he recibido en toda mi vida. Comprendí que el lìder debe utilizar todos sus tentáculos (habilidades, dones, recursos, conciencia) para cumplir metas y objetivos. Comprendí que es un error centrarse en una sola cosa. Acaso no es un error el que cometen los padres dedicándoles toda su energía el trabajo, sacrificando la relación con sus hijos. Con una buena organización se pueden hacer muchas cosas a la vez. El general MacArthur lo sabía.

 

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