La tentación de una relación: El Apresuramiento

Klipartz

Por Mario Medina 


Se puede fracasar en cualquier empresa de la vida, se puede elegir mal una carrera, se puede quebrar financieramente, se puede caer en adicciones, podemos ganar peso corporal, y aún todo esto se puede superar; pero una decisión apresurada, en lo que se refiere al amor, va a dejar cicatrices de por vida.

En una ocasión tuve una entrevista con un amigo norteamericano. Los americanos por idiosincrasia cuidan de no ventilar mucho su vida privada. En el caso de mi amigo, ese día rompió todos los esquemas culturales. Con preocupación me dijo que tenía un problema familiar en los Estados Unidos. Sus padres le habían informado que su hermano mayor iba a cometer una locura. El chico recién había conocido a una joven y sin esperar a conocerla en un lapso prudencial, decidió pedirle la mano en matrimonio. Los padres pegaron un grito al cielo.

El joven deliberadamente le puso un seto a su decisión, y para evitar intromisiones de terceros, se encerró en sí mismo. Se introdujo en una cueva emocional. Con frialdad absoluta, desolló todas las recomendaciones de sus padres. El chico juraba a todo pulmón estar enamorado, y se justificaba con el criterio de que no era necesario perder el tiempo, porque ambos eran “el uno para el otro”.

Craso error pensar así, porque en el amor no hay atajos. Lo explicaré con un ejemplo. El amor es como un edificio que se construye sobre unas bases que están asentadas en un terreno apropiado para tal edificación. Si los ingenieros y arquitectos optaran por saltarse las indicaciones del plano, seguramente el edificio se desplomaría de un momento a otro. Como verán el edificio se construye por etapas; lo mismo pasa con el amor romántico, es un sentimiento que se construye gradualmente. Les pido que interioricen, por favor, que el apuro es solo un atajo, una tentación, una asechanza tan filosa como los dientes de un tiburón. El apuro representa fielmente más la emoción que la racionalidad.

Muchas veces las parejas piensan que porque hay pasión ya lo hay todo. En su obstinación olvidan que el amor tiene sus tiempos, que es un sentimiento que forma parte de un proceso natural. El hermano de mi amigo olvidó una de las reglas básicas del amor: Que la atracción física por sí sola, no tiene la fuerza suficiente para sostener una relación. La pasión pasará, y si esa relación no tiene otros cimientos más sólidos, como la confianza, la amistad, la empatía y otros, inevitablemente esa relación caerá.

A mis 40 y tantos años es frustrante, cuando veo a tantos chicos y chicas que se hacen novios prematuramente, a la velocidad de la luz. Afortunadamente aprendí en carne viva que el apuro fundamentado en una pasión caprichosa tiene terribles efectos colaterales.

Cuando empezamos una relación de ese tipo, a la velocidad de un cohete espacial, ocurre lo que debe ocurrir: en medio del trayecto la nave explota. ¿Por qué? Porque no hay una base segura que afirme la relación. El apresuramiento privó al amor de crecer y madurar en mejores circunstancias. Lo que si creció y evolucionó fueron los sentimientos de duda y confusión.

 

 

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