Gallos, carreras y juegos de café del siglo XVIII

Memoria Chilena

Los pasatiempos domingueros evolucionaban con los gustos de la época y la estación del año. Las riñas de gallos tenían muchos partidarios, pero las carreras a la chilena seguían siendo el deporte nacional. Hubo potros de gran prestigio, tanto en velocidad como en el fondo, que, de ambas maneras, se disputaban tales competencias. “El Manco” ganó infinitas y dio mucha plata a su amo; era de poca velocidad en la partida…, algunos lo dejaban atrás cuatro o cinco cuadras; más el nunca decaía, y siempre se iba acercando más y más al contrario, hasta que, en cierto término, que ordinariamente era en derechura de nuestra casa, lo emparejaba y pasaba.

 

De Castro ero y bailar no sepo: RIÑAS DE GALLOS EN CASTRO DEL RIO

 

De Castro era y bailar no sepo                                              Las peleas de gallos era el pasatiempo criollo del siglo XVIII

 

Ricos y pobres se jugaban hasta las pestañas en las carreras, vicio que en vano intentaron sofrenar los mandatarios. Un decreto de Ortiz de Rosas dice en sus fundamentos refiriéndose a estas y a la chueca, “cuya diversión las más veces se reduce a quedar sin ropa hombres y mujeres por las apuestas que hacen y pecados que se cometen con disolución y mal ejemplo”.

 

Mujeres en la Colonia - Archivo Nacional

 

 Archivo Nacional                                                                                   Carreras a la chilena todavía se llevan a cabo en el sur de Chile

 

Los toros mantuvieron su apogeo durante todo el periodo hispano, sin bien con menos entusiasmo que en Lima o en México.

 

 

 

XXXVI. Los primeros 20 años del siglo XIX: entre el reposo y la afirmación  del primer nacionalismo. - Ensayos

 

Taurologia                                                                                                                                      Corrida de toros en Santiago

 

 

 

Eran aquellas diversiones para los días de fiesta. A diario se jugaba al truco, especie de billar, o a la malilla, en pequeñas mesas esparcidas por el café, alrededor de los cuales se amontonaba un sinfín de mirones, que con sus indiscretos consejos originaban más de una pendencia.

 

Gran Historia de Chile

 

 

 

 

 

 

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