La muerte del fin de semana
Michelle Mruk
Por Alyson Krueger
Tom Oling, de 51 años, un planificador de televisión que vive en Denver, no recuerda la última vez que se vistió para salir el fin de semana.
“No he usado zapatos con cordones desde abril. Ahora solo tengo tres o cuatro camisas en uso”, dijo.
¿Pero cómo, exactamente, se define este tiempo extra?
Como los adultos ahora trabajan desde sus hogares y muchos campamentos de verano y escuelas entraron en una modalidad a distancia, la línea entre la semana y el fin de semana se ha desdibujado. Para algunos, todos los días parecen laborales y están marcados por las tareas domésticas, el cuidado de los niños y poca recreación. Para otros, que trabajan a distancia, parece como si todos los días fueran un sábado, con innumerables oportunidades de diversión. De cualquier manera, ahora la vida puede parecer sacada de películas como El día de la marmota o Palm Springs, en las que el mismo día se repite una y otra vez.
El gobernador Andrew Cuomo suele bromear con los neoyorquinos al recordarles cuando un día es sábado, pero “se siente como un jueves perpetuo”, dijo Rachel Sloan-Rittenhouse, una maestra que trabaja con niños de cuatro a seis años.
En la primavera, cuando la pandemia apenas había comenzado, Sloan-Rittenhouse sintió que tenía cierta estructura en su casa de Cashmere, Washington. “Mi hijo de siete años tenía que recoger los paquetes de trabajos escolares en ciertos días, llamadas por Zoom para las clases otros días y yo tenía mi videollamada de clase por Zoom en días distintos”, explicó. “Era más fácil tratar de mantener nuestros calendarios internos”, reflexionó.
Durante las vacaciones de verano, Sloan-Rittenhouse se dio cuenta de que cada día es un jueves, el día en que está cansada de la semana, todavía tiene muchas tareas que hacer, pero puede prever algo de alegría y relajación en el futuro próximo. “Parece que pronto deberíamos volver a nuestras vidas regulares, pero no sucede así”, dijo. “Nunca llegamos a un lugar donde podemos descansar, jugar y visitar amigos”.
“Es como esos videos de ejercicios que te hacen pensar que estás en la última ronda, y luego te dicen: ‘Uno más, un esfuerzo más una y otra vez’”, añadió.
Pero hay personas que son felices con las rutinas repetitivas.
Para Evy deAngelis, de 34 años, vicepresidenta de ventas y mercadotecnia que vive en el Upper West Side de Manhattan, la pandemia ha eliminado los días de trabajo estresantes entre semana, para convertirlos en un fin de semana. “Los domingos ya no siento miedo”, dijo. “Soy perfectamente feliz sentada en una noche de domingo con una copa de vino hasta bien pasada la medianoche y no me estreso en absoluto por el día siguiente”, agregó.
DeAngelis ya no tiene que levantarse temprano para ir al trabajo o sentarse en su escritorio todo el día. Puede almorzar largamente con un amigo un lunes o pasar unas horas al sol en una terraza un miércoles por la tarde. “Digo por lo menos cinco veces al día que el tiempo es una construcción, porque nuestros días nunca se sintieron así antes”, dijo.
Su mejor amigo, Dima Martirosyan, de 36 años, consultor de estrategia digital que vive en Greenwich Village, dijo que le sorprende lo mucho que socializa durante la semana, especialmente con DeAngelis.
“Trabajamos juntos en el mismo lugar, mucho, y a veces estamos afuera, en un jardín con wi-fi”, dijo. “Antes, vernos durante el día de trabajo nunca fue una opción, así que esto nos ha encantado”.
A algunas personas les preocupa que la falta de estructura entre semana sea negativa para su salud mental.
Luke Geoffrey, de 35 años, un redactor creativo que vive en Mánchester, Inglaterra, tiene licencia sin goce de sueldo, lo que significa que, en efecto, todos los días se sienten como si fueran el fin de semana.
“No hay alarma matutina, no tengo que tomar el transporte para ir al trabajo, ni reviso buzones de correo electrónico desbordados, tampoco hay fechas de entrega; suena a felicidad, ¿verdad? A medida que la licencia se prolonga, ya vamos para 15 semanas, extraño tener una razón para despertarme por la mañana y poner mi cerebro a trabajar”, explicó.
Geoffrey dijo que las partes realmente buenas del fin de semana aún no estaban disponibles. “No puedo ir a los clubes ni asistir a un espectáculo de comedia ni hacer ninguna de las cosas que normalmente recargan mi alma”, manifestó. “Tampoco están las Olimpiadas, ni Wimbledon, ni festivales, ni vacaciones, ni el Festival de Eurovisión”. Sin nada oficial que esperar, “creo que hay un tsunami de gente como yo que se está preparando para su primer colapso nervioso, sin mecanismos para lidiar con él”, dijo Geoffrey.
Otras personas, con los medios para hacerlo, simplemente están integrando el tiempo dentro y fuera del trabajo.
El hecho de que no tenga que tomarse días de vacaciones y pueda quedarse en estos lugares todo el tiempo que quiera, ya sea entre semana o durante el fin de semana, le emociona.
“Estaré en Virginia Beach hasta el viernes. Puede que me quede hasta el domingo. O más tiempo. No lo sé”, concluyó.
Artículo del New York Times